El primero pertenece a Mario Benedetti. El segundo, es mío.
Como siempre, espero disfruten su lectura.
Rostro de vos
Un poema para
noches de añoranza y melancolía, cuando la distancia nos separa.
Tengo una
soledad tan concurrida, tan llena de nostalgias y de rostros de vos.
De adioses hace tiempo y besos bienvenidos, de primeras de cambio y de último vagón.
Tengo una soledad tan concurrida que puedo organizarla como una procesión, por colores, tamaños y promesas. Por época, por tacto y por sabor.
Sin temblor de más me abrazo a tus ausencias, que asisten y me asisten con mi rostro de vos.
Estoy lleno de sombras de noches y deseos, de risas y de alguna maldición.
Mis huéspedes concurren, concurren como sueños con sus rencores nuevos, su falta de candor.
Yo les pongo una escoba tras la puerta, porque quiero estar solo con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos mira a otra parte, con sus ojos de amor que ya no aman.
Como víveres que buscan su hambre, miran y miran y apagan mi jornada.
Las paredes se van, queda la noche, las nostalgias se van, no queda nada.
Ya mi rostro de vos cierra los ojos y es una soledad tan desolada.
De adioses hace tiempo y besos bienvenidos, de primeras de cambio y de último vagón.
Tengo una soledad tan concurrida que puedo organizarla como una procesión, por colores, tamaños y promesas. Por época, por tacto y por sabor.
Sin temblor de más me abrazo a tus ausencias, que asisten y me asisten con mi rostro de vos.
Estoy lleno de sombras de noches y deseos, de risas y de alguna maldición.
Mis huéspedes concurren, concurren como sueños con sus rencores nuevos, su falta de candor.
Yo les pongo una escoba tras la puerta, porque quiero estar solo con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos mira a otra parte, con sus ojos de amor que ya no aman.
Como víveres que buscan su hambre, miran y miran y apagan mi jornada.
Las paredes se van, queda la noche, las nostalgias se van, no queda nada.
Ya mi rostro de vos cierra los ojos y es una soledad tan desolada.
Mario Benedetti
EFÍMERA
¡Qué efímera me fuiste!
Maravillosamente intensa
Fuerte, arrolladora
Volcánica, inflamada.
Pero te has llamado a silencio
¡El miedo te derrotó!
Ahora el volcán está muerto
Y muerto deambula.
Como payaso que parece reír
Para no llorar sus penas
Y con maquillaje quiere cubrir
La realidad de su condena
Pero con un dolor inmenso
Que arrastrarás contigo
Vagarás en la cotidianidad
Y no tendrás alivio.
No, no lo tendrás
Porque aunque no lo quieras
Una música o un lugar
Te traerá a mí una vez más.
Un poema te recordará mi ser
Y hasta tal vez un tequila
Afloje en un momento tu
corazón
Y entonces llorarás
Y quizás vuelvas a escribirme
Y me digas que has comprendido
¡Ojalá no sea muy tarde!
Tan sólo eso te digo.
Milton W. Hourcade
Textos protegidos por derechos de autor
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