Saturday, June 20, 2009

EL DON DE LA AUTOCRÍTICA


Criticar es evaluar y emitir una opinión.

Hay críticos de cine, de arte, de la economía, la política, etc.

Las críticas son buenas, porque –cuando son bien intencionadas—ayudan a corregir errores, a perfeccionar algo, a advertir peligros, etc.

Seamos honestos: cuando se nos critica y la evaluación resulta negativa para nosotros, no nos agrada.

Sin embargo, si la crítica busca que nos mejoremos, si no es una crítica contra nuestra persona en si, sino respecto de algo que hemos dicho o hecho, debemos recibirla adecudamente, procesarla en nosotros, y ver cuánto de verdad contiene, y si en base a ella podemos mejorar.

Obviamente, si la crítica nos es favorable, no nos debe servir para hincharnos com una esponja, sino para comprender que hemos estado acertados, que vamos por buen camino, que es por allí por donde debemos transitar.

Valgo todo esto, respecto de críticas de terceros hacia nosotros.

Pero quisiera referirme a un don particular, y es el de la autocrítica.

Ya no se trata de lo que otros puedan opinar de lo que hacemos, decimos, optamos, proponemos, etc.

Se trata de autoanalizarnos, pero despiadadamente, sin concesiones, sin “paños tibios”, para vernos tal cual somos, para ver cómo estamos viviendo, cómo son nuestros sentimientos, si existe coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, si procuramos el bien común, si abrazamos causas justas, si buscamos tener un portal abierto hacia lo divino, o sea, hacia una dimensión superior en la cual crece nuestra conciencia y nuestro espíritu.

La autocrítica es, después de todo, un camino de superación.

Superación del yo, primero que nada. Porque tenemos que tener la humildad y a la vez la hidalguía de aceptar nuestros errores, de aceptar que hemos podido equivocarnos, y por tanto, enmendar el camino.

El autoanálisis tiene necesariamente que llevar a mejorarnos, a trascender planos, a buscar lo superior.

Es en la autocrítica cuando comprendemos dónde estamos, de dónde hemos venido, pero sobre todo –lo más importante-- hacia dónde vamos, o hacia dónde queremos ir.

La autocrítica, esa autoevaluación, nos puede al menos proveer pautas de cuán adecuadamente o no estamos equipados para dar un nuevo paso, para avanzar en calidad humana, para ser y crecer más.

Y ese equipamiento se compone por un lado de las experiencias vividas, por otro lado, de la educación adquirida, y finalmente, pero muy importante, de los valores que tenemos y que están en juego.

De la conjugación adecuada de estos tres factores, va a depender nuestro futuro.

La pregunta a hacernos hoy es ésta: ¿estamos preparados?


enigma

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