Monday, June 29, 2009

ESTOY MUY BIEN, ¡Gracias!


Luego de publicar en serie, y en serio, algunas notas que rayan con lo teológico, aunque son cuestiones de vida, y de la vida simple y cotidiana, sólo que procurando integrar ciertas prácticas que considero son valederas y útiles para uno y los demás, algunos amigos –para ser exacto, dos—me escribieron un tanto preocupados acerca de qué me estaba pasando.

Aprovecho para decirles que nada especial. Estoy muy bien, activo. Me siento muy animado, muy bien espiritualmente y anímicamente.

¡Y espero seguir así!

Por tanto, ni enfermedad, ni ninguna preocupación escatológica (o sea, cercana a la muerte) es lo que ha promovido en mi que compartiera esas notas diferentes, tal vez muy mías en el sentido de mi personalidad, de quién soy yo, y de un pasado que tuvo cosas muy positivas, pero otras tremendamente negativas.

Sin embargo, en una visión retrospectiva, creo que ambas conformaron un todo que me hizo madurar.

Hoy tengo una visión y una experiencia de fe madura, que ha roto los cánones ya obsoletos (viejos y fuera de uso) de la religión tradicional con todas sus cosas absurdas, sus mentiras y ridiculeces.

Una fe que cala hondo en el ser humano como tal.

En el ser humano de hoy, Siglo 21, sin tabús, sin miedos, sin hipocresía, con meridiana claridad.

¡Se acabaron los tiempos en que se asustaba a la gente con la muerte!

La fe es para la vida, para hoy y para después, para este ser que hoy existe y luego seguirá siendo.

La fe es vivencia dinámica activa, que surge de tomarle el sabor, de gustarla, de disfrutarla, y no de un miedo a lo desconocido agitado como un fantasma que nos aguarda al final del camino, y un trauma de culpabilidad que nos condiciona psicológicamente, para lograr un sometimiento a autoridades meramente humanas.

Pero como digo. Estoy muy bien, tan bien, que me estaba acordando de una película italiana de 1967, llamada “Il Tigre”, conocida en inglés como “The Tiger and the Pussycat”, interpretada por ese gran actor histriónico que fue Vittorio Gassman.

Todos quienes lo vimos no lo olvidaremos nunca. ¡Qué artista extraordinario!

Y bien. La trama de esta comedia es que él es un ejecutivo en sus 45 años, y su hijo es rechazado por una noviecita muy atractiva, interpretada por Ann Margaret. Finalmente queriendo ver por qué ella rechaza a su hijo, él termina por enamorarse de ella, y en ese loco romance, empieza a vivir una vida totalmente distinta, alocada si se quiere.

Cuando comienza con ese vivir diferente, --no olvidemos que es en la Italia tradicionalmente católicorromana— va a ver a un cura. Éste es un viejito, extremadamente magro, chupado diría, arrugado, con una cara que casi es pura nariz sobresaliendo bajo unos lentes del tipo de los que usaba John Lennon.

El ejecutivo le dice al cura que él está en la mitad de su vida y que ha pensado en cambiarla, y el cura le dice que ha pensado muy bien, que hay que irse preparando para la muerte.

Entonces Gassman le lanza una frase que me quedó grabada para siempre: “Guarda Padre che io sono di Leo!” (¡Cuidado Padre que yo soy de Leo!), que es como decir: no te confundas, estoy más vivo que nunca, soy romántico, apasionado, fogoso...he llevado una vida demasiado formal, ahora quiero cambiar.


Y bueno, como el personaje de la película, ¡yo tambíen soy de Leo!.

Así que les digo a ustedes, queridos amigas y amigos, ¡cuidado, no se confundan!

Simplemente he discurrido acerca de ser más, hoy. De alcanzar otros niveles de desarrollo personal y colectivo (koinonia), hoy.

De disfrutar más plena y sinceramente de la vida, hoy.

Es todo.




enigma

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