Thursday, June 25, 2009

EN POS DE SER MEJORES


Hace dos notas, escribí sobre el camino de transformación personal.(ver: Esa batalla interior).

Aprovecho para hacer una acotación al margen que de cualquier manera me parece pertinente. En tiempos preteridos, solía plantearse un “sofisma de falsa oposición” (como lo aprendimos del gran filósofo uruguayo Carlos Vaz Ferreira) entre transformación individual y transformación colectiva.

Se pretendía que la verdadera transformación, la que importaba, era la colectiva, y que de ella dependía y surgía por añadidura la transformación personal.

La realidad existencial muestra que una transformación personal puede contribuir mucho más ricamente a una transformación colectiva. O sea, de la sociedad toda.

Pero la transformación colectiva, tampoco depende de la transformación personal.

O sea, así como no es cierto que hay que transformar a la sociedad para transformar al individuo, tampoco es cierto que hay que transformar al individuo para transformar la sociedad, pues ésta es más que el resultado de la suma de transformaciones individuales.

Me gustaría ahora referirme a cómo veo yo el camino de esa transformación personal, de esa búsqueda de una común unión con el Ser en Si, con ese llegar a experimentar que somos hermanos de las estrellas, de ese trascendernos a nosotros mismos, sin perder nuestra inmanencia e individualidad.

Ese camino de transformación es sencillo, y es humilde.

En primer lugar, requiere que eliminemos muchas horas perdidas en entretenimiento, en mirar la televisión, y apliquemos ese mismo tiempo, a la meditación y/u oración.

Para ello es conveniente destinar un lugar de la casa, estar solos, no ser interrumpidos por relojes, llamadas telefónicas, etc.

La quema de incienso, el uso de una música inspiradora o del sonido de agua corriendo, pueden ser acompañamientos adecuados para nuestra concentración.

Tal vez la utilización de un lugar totalmente a oscuras, donde sólo brille una luz muy ténue, o muy pequeña en la cual nos concentremos, resulta aún más apropiado.

Si no, busquemos un lugar aislado, aún al aire libre, cerremos nuestros ojos, y procuremos visualizar aquello sobre lo cual queremos enviar nuestro mensaje, aquello por lo que queremos pedir, o queremos recibir respuesta, etc.

Es mejor si aún ejercemos esa meditación en ayunas, o habiéndonos alimentado frugalmente con frutas, miel y leche.

Y luego, dediquémenos a la lectura de textos inspiradores, de la misma Biblia, pero mirada desde la perspectiva de lo que el conocimiento científico nos aporta hoy día.

Repasemos entonces los pasajes aparentemente más difíciles de comprender para el ser humano común, no versado en estos temas, que no conoce la Biblia ni por las tapas, que no se ha internado en este tipo de estudio creativo.

Reveamos los llamados “milagros”, y encontraremos maravillosas, racionales y perfectas explicaciones para ellos.

Luego que aquilatamos todo ese bagaje, estemos dispuestos a compartirlo.

Seamos maestros de esta sabiduría (sofía) especial. Grupos de 15 a 20 personas, sentados formando un círculo, tal vez usando almohadones y sobre una alfombra, puede ser una forma ideal de compartir estas enseñanzas y estas prácticas.

Por supuesto eso puede hacerse también al aire libre, sobre césped, o sobre arena en una playa. Pero que el lugar sea desierto, que nadie lo perturbe, eso es fundamental.

Algunos ejercicios respiratorios previos, pueden colocar a los participantes en mejores condiciones de recibir y compartir las enseñanzas.

Es una forma de servicio a otros, pero que nos enriquece a nosotros mismos y a cada uno.

Y luego, la tarea de consejería personal, estar abiertos a que se alleguen a nosotros personas que buscan o necesitan orientación especial para su problemática particular.

Y a la vez, la oración intercesora con la imposición de manos, rogando por sanación.

Estos son otros actos de servicio, llevados a cabo con humildad y devoción.

Es una expresión superior de amor.

Es el llamado amor agape, el que nos lleva a darnos por otros, pero que se alimenta en la reciprocidad con que ello ocurre en el grupo humano que se reúne (koinonía).

Es por cierto una práctica para el desarrollo espiritual del ser humano. Es una práctica para elevar nuestros niveles de conciencia y nuestros niveles de conexión con el Ser en Sí, para hacer que Éste se manifieste concientemente en nosotros.

Es una práctica que nos hermana con toda la creación de la cual formamos parte.

Es una práctica que no nos aliena de la realidad cotidiana, pero nos prepara mejor para enfrentarla cada semana, cada día.

Es lo más hermoso que como humanos podemos practicar, asimilar, integrar, y compartir.

¿Qué piensan?, ¿les interesa?, ¿les parece realizable?

Los comentarios a enigma0458@gmail.com

Desde ya muchas gracias, y que el Ser en Sí les guíe y fortalezca.



enigma

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