Saturday, December 8, 2012

¿POR FUERA Y NO POR DENTRO?

 
Tarde de sábado, tiempo de Navidad. En ciudad México el tráfico está muy pesado al aproximarse al Zócalo, la parte del Centro Histórico de la ciudad.   

Gentío por todos lados.  Los puestos especiales que bajo un gran toldo se abre en la temporada para la venta de todo lo imaginable, juguetes, regalos, fuegos artificiales, todo está allí.  

Y hay adornos enormes levantados alrededor de la gran plaza, que se iluminan a pleno en la noche, mientras la gente sigue deambulando y comprando...y comiendo...y comprando.

Me pregunto, en medio de toda esa actividad, de todo este gentío que viene y va,
si la ternura de la Virgen María teniendo al niño Jesús, y la humildad del pesebre, y la dimensión Divina en medio de todo ello, de alguna manera anida en sus corazones.

Porque si es así, cabe esperar que quien está sintiendo esa especie de "novelería" de otra celebración navideña, tenga el espíritu generoso, bondadoso, gentil, amable, cordial, perdonador, reconciliador, que corresponde al Tiempo de Navidad.

No se concibe alguien con dureza del corazón en este tiempo. No se concibe alguien tan centrado/a en sí mismo/a que no dé lugar al diálogo, a la comunicación, al entendimiento,  a la paz en las relaciones humanas esenciales, fundamentales.

Quien viene al mundo anunciado por el ángel Gabriel es el Príncipe de Paz, no un guerrero, ni el príncipe de discordia, o de rencor, o de amargor en el alma. 

Para celebrar auténticamente la Navidad, hay que echar fuera esos demonios de la amargura, del resentimiento, del "no te escribo más", del "no quiero saber de ti", del "no quiero verte" o cosas por el estilo. Cuando se tienen esos retrocesos en el alma, no se está verdaderamente en condiciones celebratorias.   Todo será externo, todo será ruido, risas arrancadas del tequila o la cerveza, pero no la auténtica y sobria alegría de un corazón rebosante de felicidad, ¡tejida de entendimiento humano!.

Celebrar la Navidad con el espíritu propio de la fiesta, es a corazón abierto. Es el abrazo que supera diferencias, es la sonrisa y reencuentro que hace felices. Es dar vuelta la hoja. Es abrirse al presente y futuro dejando atrás lo que pudo disgustar, o creó una discrepancia.

Lo hacen adversarios políticos.  Lo hacen deportistas rivales.  Lo hacen jefes de estado. ¿cómo no hacerlo los que somos pueblo, entre nosotros mismos?

Si, para celebrar auténticamente la Navidad, se requiere alegría en el corazón, no mirar para atrás sino para adelante. Espíritu de reconciliación, de entendimiento, de superación del ayer, de paz. 

 

enigma
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