Wednesday, October 9, 2013

EL MUNDO DEL REVÉS: para ganar popularidad hay que desnudarse

María Elena Walsh fue una poetisa, novelista, música, dramaturga, escritora y compositora argentina, mayormente conocida por sus canciones y libros para niños.

Una de sus más conocidas composiciones se titula “El Reino del Revés”, donde entre cosas inocentes y absurdas que integran ese reino, hay una que dice: Me dijeron que en el Reino del Revés…. un ladrón es vigilante y otro es juez”…

Vivimos en un mundo del revés, en un mundo cada vez más absurdo, donde los valores que componían la sociedad otrora llamada “occidental y cristiana”, están por debajo del suelo. Esta sociedad tendrá todo de occidental pero de cristiana ya casi nada. El más crudo y cruel secularismo ha cundido.

Y esa misma pérdida de valores hace crisis a todos los niveles y en todos lados.

La hipocresía y el cinismo abundan. La falta de respeto y de sinceridad. La mentira entronizada como sistema, la corrupción flagrante, el declive acelerado de la llamada clase política, y la gran masa de gente que no tiene realmente guía, orientación, que vive o sobrevive, muchos a ras del suelo, y algunos pocos en abrumadoras y repugnantes mansiones.

El mundo de los que no tienen nada, y de aquellos a los que les sobra tanto que habría que hacerles absolutamente responsables por cada centavo que tienen. ¿Cómo los hubieron?, y ¿por qué si acumularon tanto no lo han distribuido equitativamente en vez de gastarlo en forma desconsiderada y afrentosa, en lujos desquiciantes y sin sentido?

Esa es la pregunta que por ejemplo le haría al multimillonario floridense David Siegel, dueño de cadena de hoteles, a quien recientemente terroristas le coparon parte de su galería comercial en Kenia.

En este mismo mundo del revés, ahora resulta que para saltar a la palestra mundial y hacerse famoso de un día para el otro, tener un twitt que se transforme en viral, o una entrada en Facebook con el mismo resultado, hay que desnudarse en público y tener el desparpajo de realizar gestos obscenos en un escenario (el reciente escándalo de la otrora “nenita inocente” Miley Cyrus) o salir de lo escondido, y decir públicamente que se es lesbiana o gay (Jody Foster o Anderson Cooper, para poner dos ejemplos notorios).

Lo triste es que alguien tenga que acudir a esas cosas para resonar más mundialmente, para que todos los noticieros lo comenten, le hagan reportajes, y las revistas de chismes abunden con artículos referidos a la misma persona.

Respecto de lesbianas, gays o transexuales, todo mi respeto. Yo no discrimino. Pero una sociedad hipócrita sí. 

Por eso cuando alguien ya conocido públicamente, revela lo que en círculos más allegados ya se sabía o suponía (a menos que la persona lo hubiese mantenido por años totalmente disimulado) la sociedad del mundo globalizado, reacciona enviando miles de twitts o de mensajes en Facebook. Como queriéndose lavar las vestiduras, como queriendo justificar toda la discriminación que se ha aplicado y en muchos lugares se sigue aplicando.

Por otro lado, con “nenas inocentes” como Cyrus y otras, la historia es muy diferente.  No es sólo que la nena dejó de serlo y ahora se siente mujer y quiere impactar como tal. Si su valor es cantar, y como cantante es realmente buena, pues su fama, sus contratos, sus giras y todo cuanto quiera alcanzar en su estrellato, lo logrará como cantante.

Pero si como cantante es mediocre, y su mentalidad también lo es, entonces girará hacia el sexo, que siempre vende muy bien, y se mostrará toda cuanto pueda (a lo mejor aguardando un suculento contrato de PlayBoy o algo asi), y se dedicará a hacer de su cuerpo un espectáculo. Pero ya no vale nada como cantante, y muy poco como persona. Se ha denigrado a sí misma. O ha hecho caso a las palabras lisonjeras de quienes le explotan comercialmente y son los grandes aprovechados de la situación.

Acaso haya que recordar a artistas que han pagado con sus vidas ese tipo de explotación: Marilyn Monroe, Elvis Presley, Whitney Houston, Michael Jackson…

La misma ausencia de auténticos valores, lleva a que la gente tenga precio, que haya quienes compran voluntades y quienes se venden, que haya quienes realicen sus carreras administrativas, artísticas o las que sean, con unas cuantas camas de por medio, que han compartido con jefes, gerentes, directores, etc.

Es la misma venta que disimulada de matrimonio, hace una mujer que lo único que busca es la seguridad que le puede proporcionar un individuo que le pone una lujosa casa, un par de autos a su disposición,  rimbombantes viajes por el mundo además de una colección de joyas, carteras, zapatos y vestimenta.

Son en el fondo, demostraciones claras de vidas sin sentido, de carencia de auténticos valores, de desprecio por el resto de la humanidad, de un egoísmo rampante, de ausencia de un sentido de solidaridad. En el fondo, son variadas expesiones de prostitución.

Este es el mundo al revés en que vivimos.

Tal vez, aunque seamos muy pocos, si nos damos cuenta de ello, si somos capaces de reflexionar y mirarnos a nosotros mismos, podamos preguntarnos ¿qué estamos haciendo de nuestras vidas?, ¿tenemos valores con los cuales nos guiamos?,  ¿somos sinceros, leales, honestos, decentes? ¿O estamos para hacer dinero fácil y cuanto más mejor (el narcotráfico, el tráfico de armas, la prostitución, la trata de personas, la explotación de niños, la venta infame de órganos, etc) y el consiguiente lavado de dinero, haciendo construcciones en lugares turísticos?

¿Quiénes estamos siendo? ¿quiénes nos creemos?

Cuando la perspectiva trascendente en un Ser superior, no está presente, la vida sobre la faz de la Tierra se transforma en un verdadero infierno.  Y eso es lo que estamos viviendo. Una sociedad enferma y enfermante.

¡No nos engañemos! 

  
enigma
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