Sunday, March 16, 2014

¿CÓMO TE VA?


En esta simple frase, que no tiene nada de formal y todo de espontánea, se encierra un maravilloso sentimiento de empatía.


Es querer honestamente saber cómo está la otra persona, la persona amiga, la persona que queremos, la persona que no deja de estar en nuestro pensamiento.
Es saber cómo le están yendo las cosas, en el hogar, el trabajo, la familia, otras actividades, la salud, proyectos…


Y por supuesto que no es una curiosidad ni desmedida ni malsana. Es la natural curiosidad que se tiene cuando alguien nos importa, cuando alguien no nos es ajeno/a, cuando alguien de alguna manera está integrado a nuestra vida.


Considero que todas las personas somos capaces de sentir ese sentimiento de empatía hacia otras, que nos lleva a preguntar “¿cómo te va?”, que a veces también lo expresamos en “¿cómo vas?”, o “¿cómo andan tus cosas?”.


Ese ponerse al día con el otro, o la otra, ese querer coparticipar de sus actividades, preocupaciones, proyectos o sueños, es una forma hermosa de sentirnos de alguna manera unidos, de sentirnos mutuamente solidarios, de saber el uno del otro u otra, y de poderse decir mutuamente “cuenta conmigo, estoy aquí para recibirte, para escucharte, para procurar entenderte, para ayudarte, nunca estás solo/a”.


Me parece algo tan importante, tan digno, y sobre todo tan cálido, lo que está contenido en esa pregunta, que no se puede dejar de hacerla, y menos se puede dejar de contestarla.


Me sorprendería encontrar a alguien que se molestara porque le pregunten “¿cómo te va?”, más me sorprendería encontrar a alguien que tampoco le plantea a otros, a quienes conoce, esa misma pregunta.  No hacerlo, no vivirla, habla de un desapego total, habla de una frialdad inaudita del corazón, habla de alguien demasiado egocéntrico/a, para quien los demás no cuentan excepto, utilitariamente. 


Las personas entonces se convierten en cosas usables y desechables. Cuando vienen bien se acude a ellas y se les trata como seres humanos. Luego, cuando pasó la necesidad, se les margina y poco menos se les quisiera inexistentes.


Rara forma de existir, de proceder, de interrelacionarse.


Hay gente que es así, lamentablemente.


Claro, esa gente no sabe siquiera tener amigas y amigos. De esos verdaderos, de esos que están en las buenas y en las malas, de esos que están ahí, al firme, sin dudas ni titubeos, de esos que se sabe se puede contar con ellos/as.  A lo sumo tienen conocidos, y les tratan en tanto les convenga a sus propios intereses. 


Yo apuesto por lo que yo mismo hago y practico. Jamás dejaré de ayudar a alguien, jamás traicionaré a una amigo/a haciendo de cuenta que no existe, jamás voy a dejar de preguntar “¿cómo te va?”  a quien significa o forma de alguna manera parte de mi vida.


Porque ese es el único nivel lógico, y aceptable, de las relaciones humanas.



enigma
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