Monday, March 31, 2014

LOS AYES TARDÍOS

En nuestra existencia, se nos hace necesario tener una vision, de nosotros mismos, de nuestras actitudes, y de lo que queremos lograr. Una visión del presente, y del futuro inmediato.

Y según esa visión, proceder en consecuencia.

Está bien, somos humanos, y todos cometemos errores. Más graves o menos  graves, pero todos los cometemos.

En realidad el error es un acto involuntario, un algo que nos sale mal, aunque la intención fuese muy buena.

No nos vamos a disculpar de cualquier manera, cuando el error ha sido decir cosas fuera de tono, insultar, despreciar, menoscabar a alguien. Porque ahí en el momento en que ello ocurre, hay una intención clara y manifiesta.

Por supuesto que cuando hay calidad personal, cuando hay un estilo de vida permanente ante el cual un mal momento --que también es tan humano como el error-- es una excepción, la debida y formal disculpa, saldan el daño ocasionado, y permiten seguir adelante.

Las naciones se enfrentan hasta en guerras, y luego son capaces de reconciliarse y de ser amigas y aliadas. Basta ver lo qué sucedió con Estados Unidos y Japón, o con el mismo país y Alemania, y hasta con Estados Unidos y Rusia --una vez derrotada la Unión Soviética.

Y a veces me pregunto:  si las naciones que han perdido miles y miles de vidas, que han soportado --hasta como Japón--  dos bombas atómicas,son capaces de reconciliarse, ¿qué tanto daño puede haberle hecho una persona de bien  alguien como para que ese alguien no sea capaz de volver a relacionarse adecuadamente?

Las naciones, o grupos dentro de un país, en un momento histórico dado, se enfrentan hasta violentamente, pero, surge una autoridad, que más que nada es una autoridad moral aceptada por ambas partes, y ejerce la estupenda tarea de mediación, y la misma provoca una inmediata distensión,  promueve un diálogo entre las partes hasta entonces enfrentadas, y finalmente, un entendimiento que beneficia a todos. Reina la paz.

Esto también puede aplicarse a la relación interpersonal, cuando alguien se ofrece a mediar, o una de las partes está dispuesta a aceptar una mediación. Se tiene que ser demasiado terco o necio, para rechazarla.

Pero hay personas que son tremendamente obstinadas, o que aceptan estar presionadas a actuar de determinada manera por circunstancias que no se atreven a enfrentar, y entonces el mal discurre cada dia, el enfrentamiento sordo o explícito se prolonga, el dar la espalda es la actitud que representa gráficamente esa postura, y por supuesto, los seres humanos sólo se entienden cuando se miran de frente y a los ojos.

Ahora bien, todos --o supongo que casi todos-- somos conscientes de la ley de acción y reacción. Así funciona en Física. Pero así funciona en la vida. Lo que echas a andar vuelve a ti. Se recoge lo que se siembra. La historia en la vida de una persona tiene un efecto de "boomerang". 

Entonces, según lo que hagamos, así recibiremos. 

Y francamente, esto no es para atemorizar a nadie, sino para hacer pensar y tomar conciencia.

Si alguien ha sembrado sufrimiento, recogerá sufrimiento.
Si alguien ha sembrado incomunicación, recibirá incomunicación, y tal vez cuando más necesite comunicarse.
Si alguien ha sembrado rencor, recibirá de otros lo mismo.

Esta ley es implacable e inflexible. 

¡Claro! cuando esas cosas empiezan a suceder, entonces alguien de golpe hace lo que no hizo a tiempo: piensa, medita, reflexiona, y como un edificio derrumándosele encima siente el insoportable peso de todo lo que hizo mal en un largo período de su vida. 

Entonces surgen los ayes tardíos. "¡Ay si no hubiera hecho esto o lo otro!", o "¡Ay, ¿por qué no se me ocurrió hacer tal cosa?, hoy no estaría pagando las consecuencias".

Pero como digo, 5 o 10 años después, comienzan a pasar cosas muy fuertes, muy duras, muy dramáticas y tristes. Es simplemente la paga de aquella conducta que se tuvo. Ni más ni menos. 

Y a veces ni tanto tiempo tiene que pasar para que una persona experimente sobre sí  misma, o sobre su familia, una serie de desgracias que le van ocurriendo...y que son llamados de advertencia para que cambie su derrotero. Para que modifique su conducta, para que, en definitiva, guste de hacer el bien, de querer, de hacer felices a otros. 

Siempre se está a tiempo de enmendar errores. Siempre se van a encontrar corazones generosos capaces de perdonar y dar vuelta la hoja. Pero, hay que dar el paso del arrepentimiento, de la confesión, de reconocer que se estuvo mal, y por sobre todo, de iniciar una actitud constructiva, positiva, de "buena onda" como suele decirse.

La opción es tuya, amigo, amiga. 

Si has entendido este mensaje, ¿qué vas a hacer con tu vida?, ¿cómo te vas a relacionar con tu prójimo?

Siempre estás a tiempo, y tu tiempo es ¡ahora!

enigma
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