Wednesday, March 5, 2014

CUARESMA Y UN CORAZÓN DE PIEDRA....



Hoy es Miércoles de Ceniza. Según el antiguo ritual episcopal, los Católicorromanos reciben de manos de un sacerdote la señal de la cruz en su frente, trazada con cenizas.

Es también un día de ayuno, que significa lisa y llanamente no comer,  con prohibición específica de comer carne.

También es día de ayuno total el Viernes Santo.

Aunque algunos se van a evadir de la tradición del ayuno, que especialmente cuesta cumplir en un mundo ágil, dinámico, en el cual la gente que está activa, tiene compromisos de sus tareas, y gasta energía; muchos y muchas hoy andarán con su cruz trazada en la frente.

Si eso es un testimonio de fe, el mismo tiene que verse acompañado y refrendado por una vida de acuerdo a esa fe. Y esa vida de acuerdo a la fe, demanda por sobre todo Amor.  Amor a Dios y amor al prójimo.

Si falla cualquiera de los dos aspectos, de poco o nada sirve tener el símbolo de la cruz en la frente, como no sea una actitud hipócrita, en la cual alguien quiere estarle diciendo a los demás, “yo soy una persona buena, yo creo en Dios, yo soy cristiano” pero por otro lado, lo desmiente a diario con actitudes reñidas con esa cruz que hoy lleva estampada.

En el acto de trazar la cruz con ceniza de las palmas quemadas el Domingo de Ramos del Año anterior, el sacerdote pronuncia estas palabras: “Recuerda, hombre, que polvo eres, y al polvo volverás.” (Génesis 3:19).

Es esencialmente un llamado al arrepentimiento.

Por eso me sorprendió cuando una persona católica amiga, salió de la iglesia desalentada, pues el sacerdote casi puso más su cruz en el cabello que en la frente, y simplemente le dijo: “Que te vaya bien”.

Un hecho realmente insólito e inexplicable.

Pero dejando esa anécdota de lado, lo esencial es que la persona que hoy lleva esa cruz en su frente, tiene que responder por lo que ella significa, durante todo el año.

Y una cosa que contradice radicalmente a esa cruz, que representa el Perdón de Dios a la Humanidad, y el auto-sacrificio de Jesús, en bien de todos; es que la persona tenga un corazón endurecido. Un corazón insensible ante el dolor humano. Un corazón que no se acongoja ni compunge. En una palabra, un corazón de piedra.

Hablando al pueblo elegido por medio del profeta Ezequiel, Dios dijo: “Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne". Ezequiel 36.26

Y más adelante en la historia, Jesús tendrá estas palabras para sus discípulos:

“¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?". Marcos 8.17

Un corazón endurecido, significa petrificado, en el que se han formado callos;
implica ceguera y sordera espiritual, ser insensible, torpe y perder la capacidad
de entender o comprender.

¿Cuáles son las características de una persona con corazón endurecido?

Es insensible a la presencia de Dios y a las reacciones que su Palabra debe producir.

Es incapaz de comprender el dolor de una persona aún cuando sabe que está sufriendo.

Parecería difícil poder congeniar una persona de corazón endurecido, terca, implacable, insensible al dolor humano de otros, egocéntrica, altanera, despreciativa, con el hecho de que hoy lleve una cruz de cenizas estampada en su frente.

Y sin embargo, esto se da, muy lamentablemente.

Es que una cosa es la tradición, y la práctica exterior de una religión, y otra cosa es internalizar  y vivir el mensaje esencial de Dios revelado en la persona de Jesús.
Cuando esto sucede, encontraremos corazones sensibles, solidarios, perdonadores, corazones henchidos de amor.

Quiera Dios que al inicio de esta Cuaresma, sean muchos/as los que realmente lleven con honestidad esa cruz en su frente. Y eso significa, vivir de acuerdo a los valores que esa cruz representa. 

Ser compasivo. Tener piedad. No pasar indiferente delante del menesteroso, ni de quien está herido pidiendo ayuda, sino disponer del tiempo, la voluntad, la paciencia y el afecto humano elemental, para socorrer, para aliviar el dolor, para restablecer la integridad de la persona afectada.

Las heridas a veces son físicas, pero otras son del alma. En ambos casos, la auténtica actitud cristiana, es una sola.

 
 enigma
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