Más aún feliz me hace que Uds. la lean, y --de todo corazón-- que las aprovechen.
Si la quintaesencia del Ser en Si (Dios) es amor, la quintaesencia del ser humano, lo que nos eleva, lo que nos hace plenamente humanos es sentir amor.
Y no me refiero al amor de pareja, ni al filial, sino al amor que los griegos llamaban agape, o sea el amor dadivoso, el amor que da sin esperar recibir nada en compensación, el amor que hace que uno se sienta feliz y pleno, al darse uno mismo -en tiempo, talento, trabajo, fuerza física-- y en dar de lo que uno tiene en bien de otros.
Ahora les voy a contar algo muy personal. Se me ocurre que tal vez sea un buen ejemplo en más de un sentido.
Por un lado, mi voluntad, mi intención, y mi disposición a dar. Por otro lado, cómo ese dar puede ser tergiversado o malinterpretado y de pronto, nos frena en nuestra iniciativa hasta el punto de frustrarla.
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Aclaro que el relato que les voy a hacer es
absolutamente verídico. Aquí no hay personajes ni situaciones imaginarias.
Polly es una niña, que vive en algún lugar del mundo.
Cuando ella iba a cumplir7 años, sus papás notaron que
había un problema –no interesa decir aquí cual—pero algo que sospecharon tenía
que ver con su salud.
La llevaron a tres pediatras diferentes, y
–curiosamente—los tres fueron contestes: “su niña está bien, no tiene nada” les
dijeron.
Sin embargo, los progenitores de Polly no quedaron
satisfechos.
Averiguando, dieron con otro pediatra, y éste les
confirmó la sospecha que tenían.
Todo esto lo llegué a saber de fuente directa.
Entonces ellos decidieron tener una cita con la máxima
eminencia médica en su país, especializada en el problema de Polly.
Yo tenía todos los datos. El día de la cita, en mi
pantalla de la laptop tenía la imagen de Polly (la que había podido conseguir
hasta entonces), la foto del especialista que la iba a examinar, y la foto del
hospital donde el especialista tenía su despacho.
Sabía inclusive a qué hora exacta tenían la
entrevista. Y media hora antes comencé a orar por Polly, por sus padres y por
el especialista, cuyo nombre completo tenía también.
Mi oración era porque la entrevista fuese provechosa,
porque el especialista guiara a esos padres afligidos, y trazara un tratamiento
para la niña.Afortunadamente eso ocurrió.
Desde entonces, y ya va para casi dos años, no ha
pasado día en que yo no haya elevado una oración por la salud de Polly. Me consta que ha mejorado sustancialmente, lo que me provoca auténtica alegría.
Pero tenía preparado algo más. Porque si la oración es
importante, la misma tiene que ser refrendada por la acción.
Pensé hacer algo
más concreto por esos padres, y por Polly.
Así es que tomé esa iniciativa.
Pasó el tiempo, fueron pasando los meses, y a pesar de orar por Polly diariamente, de esa iniciativa que yo había
pensado, ¡me olvidé!.
Es que no me encontraba con los elementos
pertenecientes a la misma con frecuencia, o siempre, como para tenerles en
cuenta.
La semana pasada, revisando unos cajones de un mueble, de pronto, bien guardado, hallé algo: dentro de un sobre de
nilón, bien doblado y pegado con cinta Scotch, había otro paquete de papel, y
dentro del mismo encontré una cantidad considerable de dólares.
Entonces recordé que ese era “la bolsita para
Polly”.
Mi plan era viajar a donde vive Polly, y con esos
dólares pagarme apenas dos noches de hotel y las comidas. Lo que quedara, era la cantidad que les iba a entregar a los padres, con la
condición expresa de que ese dinero fuese para pagar el tratamiento de su
pequeña hija.
Claro que si los padres me cobijaban en su casa por
esas dos noches y ahorraba en hotel y comidas, el total del dinero prácticamente iba
a ser para Polly.
Me sentí feliz por la aparición del paquetito, y por
la finalidad con la cual había yo guardado celosamente esa cifra.
Nadie crea que es de lo que me sobra. Yo ni soy rico ni nado en dólares, y además estoy jubilado, y mi jubilación sí que es pequeña. Pero no se da de lo que sobra, sino de lo que duele.
Nadie crea que es de lo que me sobra. Yo ni soy rico ni nado en dólares, y además estoy jubilado, y mi jubilación sí que es pequeña. Pero no se da de lo que sobra, sino de lo que duele.
Era mi aporte de corazón, por una niña que quiero
ver bien, y para ayudar a sus padres que en ella sin duda, tienen un gasto
extra.
La “bolsita para Polly” sigue apartada, sigue conmigo.
Tal vez, en algún momento yo pueda
viajar, ser bien recibido, y entregar la bolsita de Polly y así, quedar
yo feliz, y ellos con lo que les quiero obsequiar de corazón, como un acto de amor.
enigma
Textos protegidos por derechos de autor
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