Tuesday, February 9, 2016

JUVENTUD: ALCOHOL Y DROGAS COMO "DIVERSIÓN"



Quienes somos “jóvenes de corazón” al decir del gran Frank Sinatra, somos capaces de divertirnos, de bailar, de reírnos con ganas de un chiste, de participar en juegos, o en algún deporte.


Todo eso en conjunto, constituye una forma sana de disfrutar y divertirse, no importa si en invierno o en verano.


En un país como Uruguay, bañado por una cadena de playas que se extiende de Oeste a Este en su límite Sur, culminando en el mismo Océano Atlántico,  la juventud durante el verano, tiene la oportunidad de extasiarse con las salidas y puestas de sol, haciendo “surfing” en el agua, jugando “picados” de fútbol, buenos partidos de vólibol, o simplemente dándose frecuentes chapuzones, y dejando que el sol coloree sus cuerpos. 


Pero la inquietud juvenil, la “batalla de los sexos” les lleva a más. Y con la permisibilidad hoy abierta de par en par, donde los nuevos padres han claudicado de antemano al ejercicio adecuado de su patria potestad, estos jóvenes de ahora, --unos cuantos, menores de edad—se entregan al alcohol y a las drogas como forma de “divertirse”. 

Los pobrecitos y pobrecitas cuyos cerebros están muy poco cultivados, no encuentran forma ni saben cómo divertirse si no están intoxicados (porque de eso se trata finalmente). E intoxicados, su “diversión” realmente no es tal. 

Destrozan paso a paso sus cuerpos por dentro. Les auguro pocos años de vida frente a los que podrían vivir. No les auguro mucho éxito en sus existencias, ni en sus relaciones sociales, y me refiero a las que cimentan una vida, una carrera, una posición económica, etc. 
 

Lo peor es la promiscuidad total, los gritos en la madrugada que impiden el descanso a que tienen derecho quienes van a veranear en el buen sentido de la palabra. Los atentados –ya no al pudor, que se dan por hecho consumado— sino a las propiedades. Hacen sus necesidades fisiológicas en cualquier lado, y también tienen relaciones íntimas en cualquier lado. Ocupan viviendas que no les pertenecen, y cometen actos violentos contra automóviles, edificios, etc.  Si a esto se le llama “diversión”, ¡que me cambien el diccionario!.


Allí están, sumidos y consumidos por esta forma de ser y estar en que no tienen consciencia de sí mismos. En que nada importa, en que sólo cuenta un mundo de extrañas sensaciones, hasta caer dormidos sobre la arena, y amanecer así, como lagartos bajo el sol, a la mañana siguiente, cuando la gente va a hacer playa, y se encuentra con ese deplorable espectáculo.


Esta nueva tendencia que rinde el culto a la muerte anticipada, se da en playas de Barcelona, o de Chile, para citar dos lugares bien distintos y distantes, como con los jóvenes estadounidenses en Cancún, durante la primavera.


Pero si los jovencitos y no tanto están confundidos y equivocados, la responsabilidad es de los adultos, que omiten darles la formación de valores, la educación ética, la normativa de conducta social válida  y provechosa.


La omisión es de quienes debiendo velar por la salud moral de un pueblo, no influyen para nada en el mismo, han perdido su autoridad o no saben cómo ejercerla. No se hacen presentes en esos lugares para plantear alternativas inteligentes de disfrute y diversión que sustituyan con ventaja aquello que los jóvenes tienen actualmente como oferta.


La omisión grave e inexcusable, está en las autoridades nacionales y locales que hipotecan las vidas de estos jóvenes y la del país mismo, al permitir, tolerar y prohijar que estas nuevas generaciones se pierdan en la nadidad.


La omisión está en las autoridades locales que posibilitan la existencia de verdaderos antros de corrupción y perversión, desde las casas alquiladas por particulares para que allí los que por su edad no pueden acudir aún a los boliches, hagan sus rumbosas festicholas que terminan en orgías, pasando por la autorización a boliches, centros nocturnos con música muchos decibeles por sobre lo que se puede autorizar, y con expedición de alcohol sin control.


Es humanamente considerado, un panorama penoso y desolador. Púberes y adolescentes, con poca preparación formal, con escaso o nulo interés en estudiar y prepararse para la vida real, que eligen evadirse de todo, hasta de sí mismos, bajo los efectos del alcohol y drogas ilícitas. A esto, la misma prensa llama “disfrute y diversión”. 


Es que cuando se conjugan el amiguismo y los intereses comerciales, el “hay que hacer la temporada”, o sea trabajar tres meses para luego vivir todo el año sin hacer nada hasta la nueva estación estival, eso posibilita y de hecho se da, que órganos de prensa que en algunos aspectos son sobrios y enjundiosos, en estos, sean parte del ridículo y absurdo jolgorio que mata a la juventud en plena vida. 


Mala señal para un  futuro a corto plazo, en cualquier lugar del planeta donde esto ocurra.



enigma
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