Thursday, February 25, 2016

LA MARAVILLA DE LA AMISTAD



Pienso que no es por mera casualidad que el vocablo amistad comienza con las mismas letras que la palabra amor. 

Y tal vez ello se deba a que en la amistad hay afecto, cariño, amor. No por supuesto el amor de pareja, sino el amor sublimado, el amor “ágape” de que hablaban los griegos.

Ese amor que lleva a ser constante, dadivoso, leal, sincero, confiable, interlocutor válido, solidario, responsable.

Porque los amigos se cuidan entre sí, se respaldan entre sí, saben que pueden contar con el otro en forma mutua y recíproca.

Los amigos no se dejan, no se abandonan, no se pierden. 

Los amigos se comunican, dialogan, son confidentes, y cuando se encuentran, lo celebran. Esta semana he tenido muestras cabales de ello. ¡Y qué alegría y paz espiritual me proporcionan!

Para los amigos, la distancia no existe.

Cuando la amistad es verdadera, auténtica, ésta perdura para siempre.

La amistad suele surgir de afinidades de gustos, de actividades, de intereses, de la confluencia de pensamiento y sentimiento respecto de diferentes temas, situaciones, etc.

Un amigo sabe que puede confiar en el otro, respaldarse en el otro, apelar a la ayuda del otro, y sobre todo, a la comprensión, al perdón, a la superación de malentendidos o de discrepancias circunstanciales, que no afectan en absoluto la esencia misma de la amistad.

En estos días, he tenido muestras de amistad que me resultan maravillosas. Expresiones de una unión de voluntades capaz de superar cualquier divergencia, porque la amistad es lo que cuenta primordialmente.

La amistad comprende también un darse. En esforzarse aún –si ello es necesario--  por ver feliz al otro, por ayudarle cuando necesita, por ofrecerle sugerencias, consejos, contactos útiles, orientación, opinión que seguramente va a ser escuchada. 

A veces me siento deudor de mis amistades, siento que debo hacer más por ellas, que debo tratarles con mayor frecuencia, intercambiar más información sobre nuestras vidas, saber más unos de otros, y por sobre todo, de alguna manera, hacerles sentir en forma palpable, que sí son importantes para mí, que sí les quiero mucho, que sí quiero que cuenten conmigo, y que sin ellas, yo no sería quien soy. 
Porque después de todo, somos nosotros y nuestras amistades.

 
enigma
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