Pienso que no es por
mera casualidad que el vocablo amistad comienza con las mismas letras
que la palabra amor.
Y tal vez ello se deba a que en la amistad hay
afecto, cariño, amor. No por supuesto el amor de pareja, sino el amor
sublimado, el amor “ágape” de que hablaban los griegos.
Ese amor que lleva a
ser constante, dadivoso, leal, sincero, confiable, interlocutor válido,
solidario, responsable.
Porque los amigos se
cuidan entre sí, se respaldan entre sí, saben que pueden contar con el otro en
forma mutua y recíproca.
Los amigos no se
dejan, no se abandonan, no se pierden.
Los amigos se
comunican, dialogan, son confidentes, y cuando se encuentran, lo celebran. Esta semana he tenido muestras cabales de ello. ¡Y qué alegría y paz espiritual me proporcionan!
Para los amigos, la distancia no existe.
Cuando la amistad es
verdadera, auténtica, ésta perdura para siempre.
La amistad suele
surgir de afinidades de gustos, de actividades, de intereses, de la confluencia
de pensamiento y sentimiento respecto de diferentes temas, situaciones, etc.
Un amigo sabe que
puede confiar en el otro, respaldarse en el otro, apelar a la ayuda del otro, y
sobre todo, a la comprensión, al perdón, a la superación de malentendidos o de
discrepancias circunstanciales, que no afectan en absoluto la esencia misma de
la amistad.
En estos días, he
tenido muestras de amistad que me resultan maravillosas. Expresiones de una
unión de voluntades capaz de superar cualquier divergencia, porque la amistad
es lo que cuenta primordialmente.
La amistad comprende
también un darse. En esforzarse aún –si ello es necesario-- por ver feliz al otro, por ayudarle cuando
necesita, por ofrecerle sugerencias, consejos, contactos útiles, orientación,
opinión que seguramente va a ser escuchada.
A veces me siento
deudor de mis amistades, siento que debo hacer más por ellas, que debo
tratarles con mayor frecuencia, intercambiar más información sobre nuestras
vidas, saber más unos de otros, y por sobre todo, de alguna manera, hacerles
sentir en forma palpable, que sí son importantes para mí, que sí les quiero
mucho, que sí quiero que cuenten conmigo, y que sin ellas, yo no sería quien
soy.
Porque después de
todo, somos nosotros y nuestras amistades.
enigma
Textos protegidos por derechos de autor
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