Friday, February 26, 2016

SECTAS: OPOSICIÓN Y COMPRENSIÓN



En Uruguay y tal vez en algunas otras partes del mundo se ha instalado un debate respecto de las sectas. 


Llámase así genéricamente a una cantidad de distintos grupos, generalmente nucleados en torno a una figura preponderante, que sostienen creencias, criterios y conductas, que no se compadecen o acompasan con el “oficialismo” religioso ejercido por las expresiones de fe mayoritarias.


Suele ocurrir que estas sectas producen impactos en la sociedad, que aumentan su cantidad de adeptos, que llegan de alguna manera a influir con su actividad allí donde actúan; entonces los sectores religiosos tradicionales buscan volcar todo su peso, su argumentación intelectual, y su capacidad de debate, para hundir a las sectas en el oprobio y tratar en lo posible de neutralizarlas, cuando no –ideal no alcanzado—  defenestrarlas.


Es cierto que entre las sectas hay extremos peligrosos. Gente que ha dado sus bienes perdiéndolo absolutamente todo. Gente que ha perdido su propia personalidad al haber sido sometida a una verdadero lavado de cerebro, gente que ha sufrido vejámenes y abuso sexual, etc. Hay de todo un poco en las sectas, hasta los casos extremos de muertes colectivas.


Pero no todas son así de riesgosas y peligrosas. El peligro que muchas de ellas plantean es el de algo que casi ha perdido su vigencia por desuso, en las religiones tradicionales, me refiero a la apostasía.


Ciertamente la vasta mayoría de las sectas que a sí mismas se titulan de “crísticas”, hacen referencia a Jesús, pero añaden prácticas tomadas del yoga, como la meditación, y a ello le añaden la creencia en los “hermanos del cosmos”, seres superiores que están “más cerca de Dios”, y que terminan siendo guías para los simples humanos. 


Entre medio se dan los mensajes telepáticos (en otros tiempos los espiritistas hablaban de mensajes mediúmnicos) que se supone son recibidos de las “jerarquías superiores”, y cuando no, se explota la esperanza de poder viajar y conocer otro planeta, aunque eso está reservado al líder de la secta, y muy difícilmente un simple integrante de la misma tenga ese “privilegio”.


Por  supuesto que en medio de todo ese fárrago irrespetuoso como “vidriera de cambalache”, se impone orden, cordura, sensatez, racionalidad, y una fe madura y adulta. 


Quien realmente puede adquirir una fe tal, si está en una secta la abandonará, y si no lo está, tampoco se sentirá apelado a integrarse a la misma.


Pero la responsabilidad recae no sobre la capacidad de atracción de la secta, sino de quienes oponiéndose a ellas tienen que demostrar que son mejores, que tienen más y genuino para ofrecer, y que lo fundamental es combatir la ignorancia. Porque muchas personas se afilian a una secta por ignorancia, y luego de una intensa búsqueda en distintas manifestaciones religiosas tradicionales. 


Tal vez el replanteo que tienen que hacerse esas expresiones religiosas tradicionales, es hasta dónde hay verdadero compañerismo en la fe, hasta dónde la persona  que por primera vez accede a esas religiones se siente bienvenida, rodeada, apoyada, y sostenida por quienes dicen ser sus “hermanos”, o por el contrario nota una frialdad y una formalidad excesiva, que no es capaz de romper la barrera de la incomunicación. Finalmente la persona se siente excluida, abandonada, dejada  a un lado, en vez de saberse realmente integrada. 


Fallan también las religiones tradicionales en no hacer su mensaje lo más llano, claro y explícito posible para que sea fácilmente entendible. La Biblia no ayuda en eso, porque desde palabras tradicionalmente usadas que se originan en el griego, (como parusía, o apocalipsis) hasta los criterios de salvación, redención, reconciliación, perdón, propiciación, etc. tienen que ser puestos en vocablos fáciles de digerir. 

Esto, sin dejar de lado algo importante: que hay una enseñanza exotérica (para los neófitos) y una esotérica (para los iniciados). Jesús lo practicó así.


Entonces, esto nos lleva de la mano a un acto difícil pero necesario, que es el de la comprensión.  

Antes que simplemente volcar el peso, la influencia, y la locuacidad de las religiones tradicionales, para denostar a las sectas, atacarlas, y si fuese posible diezmarlas, hay que comprender por qué están, por qué surgen, qué indican como fenómeno socio-cultural, qué señal están dando. 


En mi opinión, la cuestión no está en la virtud de una secta dada, sino en las falencias de las religiones tradicionales que posibilitan su existencia, que las gestan por su inoperancia, inacción o acción equivocada.


Para ponerlo en palabras del Maestro de Galilea, antes de ver la paja en el ojo ajeno, hay que tener el coraje de ver la viga en el propio. Y eso es lo que no está ocurriendo.


La existencia de sectas es para mí –hasta cierto punto— un juicio a las fallas y carencias de las grandes religiones, y en particular me refiero al cristianismo en sus versiones Católicorromana y Protestante, en Occidente.


Es cierto que el debate animado sobre el tema vale la pena, y es cierto que hay sectas que sólo explotan la credulidad inocente del ser humano, y se aprovechan del mismo para extraerle cuantos bienes les sea posible. 


Pero no todas las sectas son así, y me permito llamar la atención a algo más: el cristianismo comenzó como una secta respecto del judaísmo oficial, y como tal fue perseguido y atacado. 

El propio Saulo de Tarso (luego devenido en San Pablo) ordenó matar a seguidores de Jesús, porque representaban una total apostasía de la religión oficial. 


Y la muerte de Jesús fue decidida por un órgano religioso judío, --el sanedrín—  porque atentaba contra la fe correctamente entendida según los sacerdotes, escribas y fariseos. 


Así que más modestia, y despacito por las piedras. 


Cierto que en aras de una libertad que linda con el libertinaje –a mi modesto entender—  se usa el eufemismo de “libertad religiosa” e “igualdad” para equiparar a todas las expresiones religiosas, donde caben desde los ritos surgidos en el animismo africano, hasta el mismísimo satanismo. 


Un ejemplo más de una grave distorsión del concepto de libertad.


Pero esta es la realidad actual con la que hay que vérselas.


enigma
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