Hace dos días me sorprendió encontrar el Tweet de un paleontólogo alemán que se atrevió a escribir en español, y se expresó de esta forma: "Los hombres son dinámicas, las mujeres extáticos".
E ilustró su frase con la imagen que he puesto hoy aquí, de una mujer rolliza (no quiero llegar a decir obesa), descansando desnuda sobre la cama, tal vez --cabe especular-- después de haber tenido sexo.
Que los hombres seamos dinámicos y las mujeres extáticas, me parece un exceso de autosuficiencia o de machismo.
En mi experiencia con mujeres (que no es mucha por cierto) he conocido dos tipos distintos.
Hay unas que yo las llamo "mujeres almohada", porque están en la cama, nada más. Realmente defraudan, porque se limitan a estar, y en todo caso, a recibir toda iniciativa y toda actividad que el hombre lleve adelante. Son mujeres totalmente pasivas.
Hasta cierto punto, el hombre mismo nunca va a desarrollar toda su inventiva, dinamismo, imaginación, y potencia sexual, porque la propia actitud de una mujer así, lo desestimula, le frustra,no le alienta para nada.
En definitiva, es una pareja destinada al fracaso.
Está la "mujer mármol", que es tanto o peor que la "mujer almohada", porque no tiene capacidad de reacción siquiera. Si el hombre la acaricia, es posible que hasta le quite la mano o le diga que no quiere caricias. Con esa falta total de entusiasmo, de complementación y de estímulo, es posible que la frustración del hombre sea inmensa.
Son en el fondo, mujeres frígidas. Tal vez tienen un gran trauma psicológico por el cual consideran al sexo algo sucio, indecente, o impropio de quienes ellas son.
No basta decir que están profundamente equivocadas. Es necesario que se traten psicológicamente para superar barreras de exclusión, y sobre todo, de represión.
Pero he conocido --afortunadamente-- mujeres eróticas. Mujeres para las cuales la vida sexual les es muy importante.
Mujeres que ansían y desean que el hombre se sacie con ellas, y no se quedan esperando lo que el hombre pueda hacer, sino que lo buscan, lo estimulan, lo excitan, con su mirada, con sus palabras, con su acción, y entonces la pareja se entrega a un furor de sexo que estalla como un volcán, hasta encontrar una paz final en la que ambos quedan felices, y se reconocen mutuamente por cuánto se han dado el uno al otro, y el cariño que naturalmente ello despierta.
Son mujeres activas, cálidas, sensuales, que necesitan y gustan del sexo, que lo disfrutan.
Son estas mujeres eróticas las que en su soledad se masturban, porque les da placer. Usan juguetes apropiados para estimularse y gozar. Y cuando están con su pareja, se dan enteras con ganas y gusto, para disfrutar de esa potencia extraordinaria que es el sexo.
Son las mujeres que obviamente no están satisfechas ni pueden contentarse con tener sexo una vez por semana, o cada quince días.
He sabido de muchos casos en Estados Unidos de América, donde la pareja tiene un calendario trazado para sus relaciones sexuales, y son por ejemplo, todo los jueves, pero no se salen de ese esquema. No conocen la espontaneidad, no entienden que cualquier momento puede ser el momento. Ni que no sólo el dormitorio, sino cualquier lugar prácticametne puede ser el lugar.
Si algo es propio de una relación sexual plena, es la espontaneidad, la confianza mutua total, y el no ajustarse ni a días ni a horarios. Vivirlo todo libremente y en el momento que se desee.
De modo que volviendo al inicio de este artículo, desde aquí le digo al paleontólogo alemán, que está muy equivocado en su generalización. No es cierto que los hombres seamos dinámicos y las mujeres extáticas. Las habrá así, pero francamente creo sean las menos. Y también habrá que conceder que hay hombres aburridos, muy poco o nada dinámicos, carentes de iniciativa, y sobre todo, carentes de erotismo.
Individuos con los cuales la mujer se siente insatisfecha y sufre. Sufre porque tiene consigo un hombre que no le responde como ella quisiera. Un individuo cansado o pasivo. Uno que no tiene imaginación para "salpimentar" la relación sexual, y que prefiere quedarse mirando TV hasta dormirse frente a la pantalla.
Estos son los casos más típicos en que la relación de la pareja termina en divorcio, o bien ella podrá encontrar fuera de su hogar, lo que no tiene dentro. Y tal vez, así compensada, pueda mantener su equilibrio anímico y seguir adelante con su hogar, pero, se ve obligada a mentir y llevar una vida doble, que muy posiblemente no desee y le haga sentirse mal consigo misma.
Obviamente que si la situación es tal, lo mejor, lo más digno, es divorciarse y abrir la puerta a lo nuevo, pero...¡eligiendo bien!.
enigma
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