Porque no es cuestión tampoco de "tener fé" y por tal, quebrar nuestra racionalidad e inteligencia que nos exigen explicaciones entendibles de algo sobrenatural.
Porque después de Emmanuel (Jesús) no conocemos ningun otro caso de resurrección. Sí de personas --y muchas-- que han sido clínicamente declaradas muertas, y han vuelto a la vida. Y estos casos nos dan un atisbo de la vida que se continúa luego que dejamos este ropaje de carne y hueso que nos permite habitar en la biósfera.
Emmanuel también estuvo clínicamente muerto, pero la acción de dos ángeles permitió volverle a la vida. No sabemos exactamente qué hicieron los ángeles, pero sí sabemos que estuvieron allí, que fueron vistos en su tumba abierta y vacía.
Y el resucitado irá de a poco incorporándose a la vida habitual, hasta mostrar sus manos horadadas al escéptico Tomás, y comer pescado con sus discípulos junto al mar.
Es que ni los propios discípulos le reconocen primero, porque la lógica de lo "imposible" les venda los ojos, hasta que le escuchan hablar, y le ven partir el pan, y allí se dan cuenta que es Su Maestro.
El mensaje fundamental de la Resurrección, es que es absolutamente una mentira que tenemos esta vida, y no hay nada luego de ella. Que aquí se termina todo.
Nuestra vida conoció ya otra etapa a la cual morimos también. La etapa de la vida intrauterina.
De la misma manera, cuando morimos a esta existencia, no dejamos de ser, sino que pasamos a una dimensión en que ya no nos constriñen ni el tiempo ni la distancia. En que somos con consciencia de ser tales, pero hemos superado nuestro paso por la biósfera. El cuerpo ya no lo necesitamos.
La Resurrección pues, es la afirmación más rotunda de que hay vida luego de la muerte. Y por tanto, es para celebrar.
Pero la Resurrección de Jesús nos dice algo más, nos dice que hay una fuerza --la Divina-- que obra en nosotros, con nosotros, y que está permanentemente presente. Que esa fuerza buscó legar este mensaje para siempre, y que esa fuerza está de nuestro lado, si nos conectamos con ella.
No nos constriñe, no nos obliga, nos invita.
Está en nosotros reconectarnos o no con nuestro origen mismo como especie sobre la faz de este planeta.
Y esa posibilidad queda abierta a cada uno.
Entre tanto, celebremos con alegría el mensaje de la Resurrección, abierto y disponible para todo quien quiera aceptarlo y hacerlo suyo para siempre.
¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!
enigma
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