Wednesday, March 9, 2016

LA VIDA ME SABE A REMEDIO



Estaba tratando de acordarme su nombre específico, pero no importa. Creo que era un antitusígeno, el cual era dulce al paladar cuando recién se le ingería, pero luego terminaba en un amargo intenso.

Mi vida se parece mucho a ese remedio.

Hay circunstancias, situaciones y vivencias que son dulces, muy dulces. Que dan satisfacción, que producen felicidad, que traen paz al alma.

Especialmente con las amistades, cuando veo el cariño que me deparan, cuando veo cuánto me valoran, cuando encuentro cómo expresarles todo mi afecto, cuando nos reencontramos y celebramos esa circunstancia, todo ello tiene un sabor dulce, agradable. 

Pero hay otras circunstancias y situaciones que me desgarran el corazón.

Ahora mismo, estoy por dejar el país que me vio nacer y en el que viví por 47 años. El país al cual, estando en el extranjero, volví cada año, me reencontré con familiares, con amigos, di conferencias públicas, accedí a reportajes, etc.

Pero esta vez, mi partida es para siempre…es definitiva. 

Ya no tendré morada propia, como hasta ahora. Si acaso vuelvo algún día, --a menos que alguna amistad me provea de cobijo—  tendré que usar los servicios de un hotel. 

Me voy de mis vecinos, de mi barrio, de la gente que me saluda amable y con la que dialogo en los comercios cercanos. 

Me voy del río como mar, de las gaviotas en la costa, de los centros comerciales, de las caminatas nocturnas durante el verano, del repique de tambores, también del “chivito”, la pizza con muzzarella, los ñoquis los 29 de cada mes, una buena parrillada, los bizcochos de la panadería, el fútbol, y tantas cosas muy típicas, de esas que estando lejos siempre se extrañan.

Ciertamente también me alejo de otras cosas de las que prefiero no hablar, porque de esas, me felicito en estar lejos.

Pero no puedo negar que todo esto es un desgarrón en el corazón, lo siento por primera vez porque volví todos los años, pero esta vez es diferente.

Hay otras situaciones que también han desgarrado mi corazón, cosas que prefiero no traer al presente, pero que también en su momento me han herido.

Y estos son los sabores amargos que la vida a veces nos presenta.

Lo importante, es que el jarabe quitaba la tos.
 
Y lo importante es que luego del trago amargo, sabemos que vamos a estar más retemplados para seguir con nuestra vida de la mejor manera posible, queriendo, amando, comprendiendo, perdonando, sirviendo a otros, procurando el bien de todos.

Así lo encaro, así lo veo, y para todos aquellos que me han proporcionado la parte dulce, mi eterno agradecimiento. Sus nombres están escritos en el libro de oro. 

enigma
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