Wednesday, April 29, 2009

HACIA LA PLENITUD


En algún punto de nuestras vidas, reflexionamos.

Es como si por un momento detuviésemos el tiempo, y pensamos: ¿quiénes estamos siendo?, ¿cómo vivimos?, ¿somos felices?

Y de ese análisis surge de pronto un panorama en el que, envueltos en la vorágine del diario vivir, no nos habíamos percatado.

Sí, estamos siendo algo, pero el alguien que queremos ser aún no se ha completado. Es tanto difícil al nivel profesional como a nivel personal.

Pero dejando las tareas de la profesión que nos absorben la mayor parte de nuestra vida, no obstante lo cual las hacemos con gusto, ¿qué queda para la vida personal?, ¿para cuando estamos en el hogar?

Entonces es cuando pasamos al segundo aspecto de nuestro análisis. ¿Cómo vivimos?

Es posible que de pronto tengamos la fortuna de no sufrir necesidades básicas, sino que todas ellas estén satisfechas. Llevamos entonces una vida que definiríamos como “común y corriente”, en medio de la cual se da la relación de pareja y con los hijos. Vamos a un parque, a un cine, alquilamos una película, salimos a cenar, acudimos a la piscina a nadar, vemos un partido de fútbol….

Es el entretenimiento, el cómo ocupar las horas para distraernos un poco y que los demás se distraigan.

Pero cuando la distracción pasó, y la pareja se encuentra sola, viene la pregunta más dificil: ¿somos felices?

Y allí es cuando de pronto descubrimos que nos falta algo. Algo que tiene que ver con nuestras necesidades sentimentales, con nuestro corazón, algo que se entronca con lo esencial de quienes somos y con aquelllo que sentimos como vital: no, no estamos satisfechos, no nos sentimos plenos.

Por el contrario constatamos con dolor una gran ausencia: la ausencia de caricias, de palabras dulces susurradas al oído, de una mirada que dice a la nuestra “te amo”, en fin, ese éxtasis romántico que de pronto despierta como una electricidad que recorre nuestro cuerpo. Como “mariposas en el estómago” al decir de alguien, y nos damos cuenta….nos damos cuenta que carecemos de ello.

Y al correr del tiempo, esa carencia se transforma en necesidad, y más tarde aún en necesidad que busca.

No es la búsqueda por un nuevo entretenimiento..

Lo que reamlmente buscamos es nuestra alma gemela, aquella que late al mismo ritmo que nuestro corazón, aquella que nos entiende cabalmente, aquella que vibra al unísono con nosotros, aquella que superando barreras de tiempo y espacio es capaz de hacernos sentir que está al lado nuestro, muy juntito, casi que hasta el calor de la piel se intuye.

Aquella pues, que llena ese enorme campo vacío del amor profundo, del sentimiento conmovedor, aquella que es capaz de inspirarnos la aventura de creer que sí, es posible, que está a nuestro alcance lograr la plenitud.

Reconciliar lo más íntimo de nuestro sentir con nuestro ser mismo. Recomponernos por dentro. Saber quiénes somos, cómo somos, qué fuerte que somos capaces de sentir.

Y cuando eso ocurre, estamos dispuestos a romper las barreras socioconvencionales, no nos importa el qué dirán, los demás no cuentan. Contamos sólo los dos, los que nos hemos encontrado y reconocido. Los que sabemos cuánto tenemos en común.

Entonces, y sólo entonces, nos hemos puesto en el camino hacia la plenitud.

En el camino a saber y a sentir con total certidumbre, que ahora sí estamos completos, que ahora sí, no nos falta nada.

Que hemos iniciado una vida distinta, diferente a la de ayer. Tiene todo lo que viene del ayer, pero inaugura un hoy en el que somos totalmente.

Y eso, una vez descubierto y sentido, no se puede revertir, no tiene marcha atrás.

Sólo interesa el presente y el futuro.

Habrá obstáculos que vencer, habrá caminos que recorrer en lugares donde nunca estuvimos, habrá tal vez un idioma que aprender, pero ¿acaso eso es más importante que sentirnos plenos?

¿Acaso eso es más importante que afirmar y afianzar lo que ahora somos y queremos seguir siendo y sintiendo?

Por supuesto que esa plenitud tiene un precio: romper con el ayer que nos tenía sujetos, maniatados e insatisfechos. Y desde el presente, proyectarnos abiertos hacia un futuro, con esperanza y con fe.

Un futuro que hay que planificar cuidadosamente, juntos. Un futuro realista, que no se nutre del devaneo de lo que nos gustaría que fuese, sino de lo que las situaciones determinan como posible.

Hacer de lo posible, una realidad, es concretar un sueño anhelado: sentirnos permanentemente plenos.

(Aprovecho para compartir con ustedes música interpretada por Tim Janis, otro de mis elegidos en música New Age)



enigma

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