La confianza es básica en toda relación humana. Pero no existe de antemano. Va emergiendo a medida que las personas se tratan. Porque es en ese tratarse que cada una va demostrando sus cualidades.
Y entre esas cualidades está la discreción, y el cumplimiento de la palabra dada.
Ambos son factores esenciales para la creación de confianza.
Es cuando alguien pone a prueba a otra persona confiándole algo personal, íntimo, confidencial o secreto, y eso no sale de esa otra persona, que se genera confianza.
Es cuando alguien promete hacer algo y lo cumple a cabalidad, cuando se edifica confianza.
La confianza significa que depositamos en la otra persona la seguridad de que va a actuar lealmente, que va a hacer lo que dice, que se trata de alguien responsable, y por sobre todo, de alguien que tiene ética.
Alguien que no se desdice, alguien que no promete en vano, alguien que no asegura que no dirá nada de algo y luego lo anda repartiendo por ahí.
Lo otro que edifica confianza son los hechos concretos. Que alguien pueda descansar en uno el hacer una gestión, el obtener algo, el averiguar algo, el comprar algo, eso también propende a la confianza.
Por sobre todo, quien así actúa es realmente una persona amiga.
La confianza no se edifica con cualquiera ni se tiene con cualquiera, pero corresponde totalmente a una auténtica relación de amistad.
Prometer y no cumplir, revelar cosas que deben permanecer ocultas, fallar en obtener una información, en no cumplir con un pedido que se nos hizo, o cosas semejantes, son fracasos graves en los que una amigo o amiga, jamás puede caer.
Larga sería la lista, si fuese a poner ejemplos concretos. Pero cada uno/a de ustedes, podrá adjuntar a los conceptos con que he elegido manejarme, situaciones, personas específicas, que bien pueden ser ejemplo de cuando aquí digo.
Seamos pues, dignos de la confianza que se nos otorga. Porque es una honra poder dispensar confianza, y afianzar esa calidad de relacionamiento humano.
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