Todas las veces que escribo en este blog, acompaño
siempre cada artículo de un tema musical.
A veces inclusive, una canción que consideré
interpretaba mi sentir, ocupó el lugar de las letras, en algo que he dado en
llamar “Canciones que dicen Mensajes!”.
En este preciso momento, estoy escuchando a uno de mis
favoritos, el pianista y compositor
mexicano Ernesto Cortázar (cuyo fallecimiento siempre lamentaré), en un tema
que me resulta muy especial. Se titula “Be my Valentine”, que podría traducir
como Sé mi Enamorada, y que pertenece a un álbum a su vez titulado “Just the
two of us”, "Sólo nosotros dos".
¡Qué música, cómo alienta, cómo inspira, cómo hace
rememorar momentos felicísimos, como hace añorar muchas cosas que opto por no
decir, no porque no pudiera compartirlas, sino porque están muy en lo profundo
de mi corazón!
Esta música me acompañó alguna vez cuando con lágrimas
en los ojos, escribí un poema. Lo recuerdo perfectamente.
Es que la música en general–y algunas composiciones en particular—tienen
un tremendo poder.
¿Por qué creen que los militares usan marchas al ir al
combate?, ¿por qué la música se hace de tonos casi imperceptibles o muy
especiales, si se trata de meditar?, ¿por qué la música alcanza niveles
exquisitos cuando lo que transmite es amor?
Ah, sí, ese el poder comunicante de la música, una
música que como en este caso, sinceramente, me estremece.
Sólo alguien que me conozca muy bien, podrá
entenderme, podrá saber por qué esta música me llega tanto, y podrá al menos
pensar, ¡qué clase de alma es la que tengo!
A veces no sé, no logro explicarme por qué tanta
sensibilidad, por qué me llega tanto, por qué es capaz de conmover mis fibras
más íntimas.
Tal vez la respuesta no está en la música en sí, sino
en lo que ella evoca. En lo que ella suscita en mi ser.
¡Maravilla de la música!.
Anoche fui a un concierto de una sinfónica. Beethoven
y Haydn eran los compositores de lo que se ejecutó, y realmente fue una fiesta para el espíritu. Particularmente
disfruté del Concierto No. 5 “El Emperador”, de Beethoven, que requiere por otra parte, una destreza
espectacular al piano.
El Maestro, Director y pianista argentino Horacio
Lavandera, brilló como director de la sinfónica, y como director y solista en
“El Emperador”. Realmente magnífico.
A él desde aquí mis calurosas felicitaciones, lo mismo
que a la sinfónica. ¡Que todos continúen sumando éxitos!.
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