Saturday, April 4, 2015

¡¡¡VIVA LA RESURRECCIÓN!!!



Ah! cómo me divierte silentemente ver a religiosos hacer piruetas verbales, y sobre todo de ideas para muchas veces –lamentablemente— lanzar sobre las congregaciones sus propias dudas o su falta de fe.

Porque la Resurrección de Emmanuel (Jesús) les hace problema. Del mismo modo que les hace problema el nacimiento virginal, del mismo modo que varias otras cosas les rechinan, porque ignoran, porque  sus seminarios no les han preparado adecuadamente, y sobre todo, porque están faltos de fe. 

De una fe robusta, de una fe que va más allá de las palabras escritas en la Biblia, para aprender a interpretarlas a la luz  de la ciencia actual y encontrar respuestas a múltiples interrogantes que son proclamadas como verdades teológicas, y se aceptan por fe, pero que en el fondo, la mente escrutadora y exigente de explicaciones racionales del mundo actual, se niega a aceptar.

La Resurrección, no es algo que gestó el propio Emmanuel, sino que es algo que  hicieron los ángeles que entraron en su tumba.

La regeneración del cuerpo luego de decretada la muerte implica tener una tecnología superior capaz de lograr ese “milagro”. 

Y eso ni más ni menos es lo que sucedió en este estupendo episodio de la vida del Maestro de Galilea.

Una regeneración que se va produciendo de a poco, porque cuando María Magdalena le reconoce y va a abrazarle, Emmanuel le dice en forma tajante e imperativa: “No me toques: porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”.  

Recién resucitado, Jesús se encontraba en lo que un autor alemán llamó acertadamente, un estado de “mesoidad”, o sea a medio camino de su materialización total. 

La Resurrección es pues la confirmación de su carácter divino-humano, y a su vez el punto de partida del gran impulso que tomarán sus discípulos para salir al mundo de entonces a proclamarle como el Señor. 

Sin la Resurrección, y luego de los terribles acontecimientos de su tortura y muerte, el miedo que cundió en sus discípulos habría hecho imposible la proclamación de las Buenas Nuevas (lo que debido a la palabra en griego se llama Evangelio). 

Sólo el hecho de la Resurrección, de Emmanuel que va a estar con ellos, que le mostrará sus manos horadadas a Tomás acuciado por sus dudas, que comerá con ellos pescado en la playa, y la llegada del Espíritu Santo, prometido por Él, hará posible que aún hoy haya seguidores.

Si alguien no entiende, tiene que buscar, plantearse interrogantes inteligentes y comprender. Tiene que aceptar que fue un tiempo de acontecimientos extraordinarios, extra-humanos. 

Tiene que entender que “el Dios viviente”, el “Dios que actúa”, ese Dios que no era una imagen de madera, piedra o bronce como tenían otros pueblos, ese que acompañó el pueblo hebreo durante su peregrinar por el desierto, ese que se comunicó desde el Arca del Pacto, ese que envíó al ángel Gabriel, y proyectó una sombra sobre María luego de anunciarle que tendría un hijo, ese que se aparece en lo alto, en las montañas, y a quien Ezequiel vio estupendamente en su “shekinah”, ese es quien a través de los ángeles (enviados) hizo posible la Resurrección.

Por eso yo digo y proclamo lo del título: ¡viva la Resurrección! 

Porque es la puerta que nos deja entender que luego de esta existencia, nuestra vida misma no se acaba, sino que continúa, despojada del cuerpo físico que nos permite existir en la biósfera. 

Celebremos pues la Resurrección, con fe, con sencillez, y con alegría.  
¡Feliz Pascua de Resurrección para todas y todos ustedes!

enigma
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