Sunday, April 5, 2015

¿PUEDO CONFIAR EN TI?



El tema que hoy quiero abordar con ustedes es: la confianza.


A veces no nos damos cuenta que vivimos confiando. Cuando decimos “¡hasta mañana!”, estamos tácitamente expresando nuestra confianza en que viviremos hasta el día siguiente. 


Cuando ascendemos a un taxi, un bus o un avión, estamos confiando en quien lo conduce, de quien no sabemos absolutamente nada. 


Tal vez en el avión llegamos a saber el nombre del capitán porque él mismo se presenta, o nos lo dice un asistente de abordo. Pero no sabemos si se encuentra deprimido y va a estrellar el avión en que viajamos…. Simplemente, confiamos.


Cuando un nuevo compañero de trabajo está encargado de una parte del mismo para que todo salga bien, confiamos en que ha sido bien seleccionado, y en su experiencia y/o pericia para hacer su cometido.


Pero no tenemos reales bases para ninguna de esas confianzas. 


Simplemente nuestra actitud natural es de confiar, porque la vida misma demanda tener esas confianzas para poder hacer las cosas que  posibilitan nuestra existencia de cada día.


Entonces, nuestra existencia misma, se basa en la confianza. 


Es muy triste tener que adoptar el lema de “Los Archivos X”, que decía “Trust no one”, o sea, “No confíes en nadie”. Porque entonces pasamos a vivir una existencia paranoica, en que vemos potenciales enemigos por todos lados, en que miramos permanentemente a nuestro alrededor pensando que alguien nos va a estar queriendo hacer daño, y vemos todo bajo un cristal en el cual, cuando se nos dice algo, buscamos intenciones ocultas, o malignas, en lugar de tomar las cosas a derechas, directamente, y ver la realidad tal cual es.


En otras palabras, vivimos un mundo de villanos fabricados por nuestra mente e imaginación.


Si en cambio, volvemos al mundo real, nos daremos cuenta de cuántos nos quieren mucho y bien. Nos daremos cuenta de que fuimos nosotros mismos quienes atribuimos intenciones o sesgos  en frases que eran sinceras y directas, pero que no llevaban una carga oculta tras de sí.


Y en ese mundo real, descubriremos que todos somos imperfectos y cometemos errores, pero todos esos errores pueden ser perdonados y superados. Y que –a menos que ocurran actos que inequívocamente nos demuestren lo contrario--  no tenemos por qué  sospechar de nadie, ni descreer de nadie, ni desconfiar de nadie. Y menos de quienes son personas amigas.


Porque la desconfianza sin razón, aumenta la sospecha, separa y divide a las personas, y hace daño en forma inútil. 


Por eso, he visto la reflexión muchas veces en las redes sociales, de que la confianza es la base de la relación de una pareja.


Y lo voy a poner en términos muy materiales y prácticos. Si yo no confío en mi pareja cuando tengo sexo, entonces debo acudir a los condones, imprescindiblemente. Pero si tengo confianza plena, entonces sé que no los necesito, excepto para evitar un embarazo si es que ella no usa anticonceptivos.


Pero en la totalidad de la relación de pareja, si una parte va a sospechar de la otra, si no confía, si siente que puede ser o está siendo mentida o traicionada, comenzará a tener esa existencia paranoica a la que me refería anteriormente. Procurará poner límites y controlar a su pareja al máximo en todas sus relaciones sociales, porque cada amistad que surja, será motivo de escrutinio, y de sospecha.


Y eso, no construye la vida en pareja, sino que la destruye desde dentro misma.


La vida toda, y la de pareja por supuesto, tiene que ser vivida en plenitud y con total libertad. 


Hace poco una amiga escribía en Facebook, que tenía el derecho a tener sus propias amistades, con total libertad. En otras palabras amistades suyas, no de ella y de su esposo. Y a relacionarse libremente con esas amistades.  Eso es lo que corresponde, y debe ser recíproco.


Pero eso es posible, en tanto de ambas partes hay mutua confianza en la otra.

Y eso es lo que debe haber para que haya armonía, equilibrio, entendimiento y paz en el hogar.


También conocí un matrimonio en Estados Unidos que tenía un acuerdo muy singular: cada integrante de la pareja podía tener sus amistades o romances por allí, y no le contaba nada a la otra parte. Y eso era recíproco entre el hombre y la mujer. 


A ninguno de los dos les interesaba saber lo que hacía el otro. Sólo les interesaba continuar estando juntos y mantener el hogar.


Yo me dije: cosa de estadounidenses. No me caben en mi mente latina.


Pero cuando se logra una verdadera armonía basada en la confianza y respeto mutuos, muchas otras cosas empiezan a andar bien, empiezan a ocurrir de tal manera que hasta nos sorprenden, pero se dan. 


Son esas puertas abiertas con las que el Ser en Sí nos bendice, y a las que me he referido muchas veces en este blog, como ejemplo de que “Su mano” está sobre nosotros, nos ama, no nos suelta, y quiere para nosotros lo mejor. 


Oportunidades que ni buscamos, de las que no sabíamos, se nos presentan de golpe y nos llevan a viajar, a conocer otros países y otras gentes, a vincularnos con organizaciones e individuos con los que conviene quedar luego en contacto. 


Nuestra vida toda se enriquece de ello.


Felices pues, quienes confían y no se rinden a aquello de “la confianza mata al hombre”.  


Por el contrario, “la confianza impulsa al ser humano” hacia nuevas amistades, metas  y logros. Hacia una vida más variada y más rica.
enigma
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