Tuesday, May 19, 2015

CAMBIOS DE VIDA

La existencia siempre es cambiante. Un día no es exactamente igual a otro. 

Pero hay tiempos en nuestras vidas, que también implican cambios, y cambios grandes.

Por ejemplo, en mi caso personal, llegar desde América del Sur para venir a vivir en Estados Unidos. 

No es meramente una distancia geográfica, o un idioma, es insertarse en un universo totalmente nuevo, en una nueva cultura, en un nuevo estilo de vida, en nuevos conceptos sobre el espacio personal, sobre privacidad, sobre trato entre las personas, etc.

Es también acostumbrarse a vivir con personas de todas partes del planeta. Y esto por cierto, y de por sí, para alguien que procede de un país de población homogénea, es algo totalmente nuevo. 

En Estados Unidos es cuando se valora en toda su dimensión el idioma inglés, porque es el vínculo y el vehículo  mediante el cual podemos comunicarnos con personas de los más variados paises. 

En el área de Washington DC en particular, uno se vincula con gente de Laos, Viet-nam, Japón, China, Corea, Somalia, Pakistán, Afganistán, Irán, Irak, Marruecos, Liberia, Costa de Marfil, Sierra Leona, nativos indígenas, y por supuesto, de múltiples países europeos, y gente de México, de todos los países de América Central y de América del Sur.

Significa adecuarse a las normas de relacionamiento social, así como a cumplir estrictamente con los horarios, y trabajar con dedicación, calidad e intensidad.

Todo esto implicó un gran cambio en mi vida. 

Ahora, 25 años después, encaro otro cambio, y ciertamente muy importante.

Significa dejar el Norte de Virginia, que está comprendido dentro de lo que se considera el área de Washington D.C., (la capital estadounidense) para ir a otro Estado. Un Estado de población muy homogénea, mayoritariamente blanca, rubia, de ojos claros, donde se habla un muy buen inglés.

Para mi es no sólo una mudanza a un lugar distante, sino que dentro del mismo país, es pasar a una realidad bastante diferente. Y ahí, iniciar otra etapa de vida. Y se me plantea la misma incógnita que hace 25 años: ¿cómo será vivir allí?

Pero, llevo conmigo la experiencia de estos 25 años que me han hecho en cierto sentido, un estadounidense más, y por otra parte, allí vive mi pequeña familia, y ese va a ser un factor muy importante.

Se termina mi soledad, luego de enviudar hace 5 años. 

Es cierto que en estos cinco años, consideré otras posibilidades y perspectivas. Desde irme a otro país, hasta permanecer en el área, pero si podía estar acompañado.

Ni lo uno ni lo otro terminaron por funcionar. Entonces, no me queda otra alternativa que hacer mis petates, e irme.

Estoy consciente de que es un cambio profundo, no superficial. Pero tengo más que la esperanza, casi la convicción de que será un cambio muy positivo, que me abrirá nuevas posibilidades de realización personal y profesional, y que me dará --así lo espero-- un círculo de amistades que en Virginia fue imposible construir.

Hace años, tuve el placer de conocer personalmente al Embajador de Estados Unidos ante la ONU, Andrew Young. En un momento de una conversación a un grupo, Young, que debía abandonar su cargo, dijo que en su experiencia como Pastor, siempre tenía las valijas prontas. Eso en alusión a la itinerancia a que están sujetos los religiosos, en que cada tantos años tienen que cambiar de congregación.

Por supuesto que no es facil. Con uno se lleva un montón enorme de recuerdos, de vivencias, de personas que uno trató y con las que convivió. Y el conocimiento geográfico del área y sus lugares, río, parques, negocios, gasolineras, correo, y tantas otras cosas. 

Me encuentro en situación parecida. Uno tiene que mentalizarse y tener el espíritu siempre dispuesto a un cambio, un cambio que implique insertarse en otra sociedad, en un nuevo ámbito geográfico-cultural.

Para mi, ya es lección aprendida.

enigma
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