Vivir, mis amigas y
amigos, es aprender. La educación es un
proceso permanente, que no se termina nunca.
Y no me refiero a la educación
formal, la que se transmite en las aulas de escuelas y universidades.
Me refiero a las
lecciones existenciales que la vida nos depara a lo largo del tiempo.
Y es en esa
maravillosa dimensión tiempo, que aprendemos, que vamos aprendiendo,
entendiendo, comprendiendo.
Nuestro corazón puede
en un momento dado agitarse como nunca, latir a ritmo vertiginoso, sentir el
estallido del romance, de un amor sin igual.
Y ciertamente
viviremos ese momento…pero la vida no puede ser permanentemente así, tiene que
volver a la normalidad, y la normalidad determina un ritmo adecuado para el
corazón, --el órgano-- pero también en el
sentido simbólico del mismo.
Es como decir que las
aguas desbordadas de un río impetuoso, vuelven a su cauce. Siguen siendo agua,
siguen corriendo, pero dentro de los márgenes naturales.
En la vida real, ésta
también nos marca márgenes, límites, que en una reacción inmediata rechazamos y
no podemos aceptar.
Pero el tiempo viene
a nuestro auxilio. Y si somos inteligentes, nos damos cuenta que hay valores
que preservar y que profundizar, y uno
de esos valores de suma importancia es la belleza de la amistad. De una amistad
verdadera, leal, sincera.
Entonces, llegamos a
un punto óptimo.
Nuestro sentir ha
sido perfeccionado, y en esta nueva etapa, nada hay superior, mejor, más
reconfortante, que vivir esa amistad.
Y la amistad pasa a
ser un valor perenne, a cultivar y a conservar.
Un valor que implica
toma de consciencia y respeto a personas y a situaciones dadas.
Un valor que
significa sentirse a la vez honrado con la amistad que se recibe y que uno
atesora como algo muy valioso.
Es entonces cuando el
corazón reposa en calma, cuando no hay exasperación, cuando no hay más
sufrimiento ni dolor, cuando la angustia se ha ido de nosotros, cuando sentimos
una indescriptible felicidad interior.
Sí, el tiempo
perfecciona las cosas. Nos ofrece una perspectiva distinta, adecuada, correcta.
Y en medio de eso,
sentimos ¡cuánto vale estar viviendo y poder experimentar esos cambios que
significan un progreso! Un progreso en
uno mismo.
Ojala que esta
experiencia pueda ser también de ustedes, en el plano de las relaciones humanas
cotidianas, con quien corresponda.
enigma
Textos protegidos por derechos de autor
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