Friday, May 15, 2015

EL DESPUNTAR DE UN NUEVO DÍA

Desde niños se nos enseña a ser obedientes. Obedecer a los padres, a los maestros, a los profesores, a las autoridades.  Tener respeto y consideración por los demás.

Al menos así fui enseñado yo, y la gente de mi generación, en un pequeño país de América del Sur.

Y esto me ha servido para ir a otros países, para andar por Europa y para recalar definitivamente en Estados Unidos.

Pero a todos nos pasa, especialmente durante la adolescencia, que nos ponemos en rebeldes. Los padres no tienen razón, los profesores son criticables, y las autoridades son malas.

La mayoría de la población de ese país pequeño del que hablo antes, primero supo vivir de acuerdo a las normas de la obediencia, pero ahora está en la etapa de la adolescencia. La rebeldía, incluso la rebeldía sin causa, la rebeldía por sí misma. En el vestir, en el hablar, en el querer consumir las cosas que se tienen en el primer mundo, de marca, rápido y ya. Y para ello, sin el menor esfuerzo, usando el crímen como vía para acceder a esas cosas, o al dinero que las compra.

Triste espectáculo para el mundo. Descenso en la consideración --de puertas adentro-- por parte de otras naciones. 

Mientras, habrá que esperar que esa adolescencia llegue a la madurez, para que entonces, ese pequeño país, retome la grandeza que antes supo tener, de la mano de la inmigración que lo pobló trayendo de Europa los gustos, costumbres, y la cultura.

En la nueva etapa, será la madurez de los que son propios, de los que están, de los que son cuarta o quinta generación de aquellos que llegaron de Europa. 

Pero habrá que esperar. Las cosas no se dan de un día para el otro...

Vaya todo esto dicho, como introducción para algo muy personal: no se puede ser rebelde al Ser en Sí, no sólo porque éste nos conoce totalmente, sino porque su implacable plan es irreversible, e irresistible su voluntad.

Por tiempo me he negado sistemáticamente a aceptar una situación, al pretender otra diferente. No ha sido un capricho. Podría hacer una lista de razones. Pero...el Ser en Sí ha dispuesto algo que finalmente he debido aceptar. 

Quizás sea la respuesta exacta a mis oraciones, aunque exteriormente no lo parezca. 

Confieso me ha costado aceptar una situación nueva, diferente, pero finalmente me di cuenta que estaba siendo rebelde a la respuesta que el Ser en Sí tenía a mis mismas oraciones. Y me dije: debo ser obediente. Debo aceptar su voluntad, el camino que me traza.

Y es extraordinario, porque desde el momento en que acepté lo que ha puesto en mi camino, sentí un enorme alivio. Sentí una distensión muy grande. Sentí también una seguridad que no tuve por tiempo. 

Siempre libre en mis decisiones, siempre abierto a un futuro que no conozco, al menos sé bien cuál es mi hoy, y puedo asegurar que tengo paz interior y me siento muy bien.

Mi experiencia me indica que las respuestas del Ser en Sí a nuestros ruegos, son siempre y por lejos, mejores de lo que nosotros podemos imaginar o planificar. 

Y que el tiempo, esa magnifica dimensión, nos demuestra a la postre, cuán errados estábamos por nosotros mismos, y qué enorme bendición nos ha sido concedida. 

Claro, se me podrá reprochar que es cuestión de fe. Es cuestión de conectarse con el Ser en Sí, es cuestión de dejar que obre en nosotros y con nosotros, y no oponerse en definitiva a sus planes y su voluntad para con nosotros. 

Bueno, soy hombre de fe. De modo que en este sentido, obro coherentemente.

Pero para todos, vale una reflexión esencial: no siempre nuestro ideal, nuestro proyecto, nuestro plan, es el mejor. Debemos estar abiertos a lo insólito, diferente, insospechado, a lo que no se nos ocurrió, y que sin embargo, los hechos mismos, nos van involucrando. 

La clave, en todo caso, es darse cuenta de ello, y al hacerlo, involucrarse en esa nueva realidad en la cual ni habíamos pensado antes. 

Entonces, es como el despuntar de un nuevo día.

enigma
Textos protegidos por derechos de autor
 


No comments:

Post a Comment