Este texto lo escribí en Julio 21 de 2015. Tal vez por encontrarme en circunstancias similares, lo reproduzco ahora.
¡Hay tantas cosas que se anidan en mi corazón,
en ese lugar en que guardamos nuestros sentimientos!.
La sorpresa grata de encontrar lo que
momentáneamente se me extravió.
La mirada dulce de un infante.
El diálogo silente con un perro.
El vecino que saluda calurosamente y que se pone
a disposición para ayudarme en algo.
La amiga que viene y me acompaña para preparar
mi mudanza y mantener la casa en condiciones de ser mostrada a quienes puedan
comprarla.[esto no se da ahora].
La comida que elaboré y me salió bien, mereciendo
los plácemes de mis comensales.
El aparato que pude arreglar, la instalación que
pude culminar.
Los viajes hechos y los que haré.
Los poemas que han brotado de mi más profundo
sentir.
Esa especie de intangible caricia que significa
tener muchos amigos y amigas.
El reposo luego de la fatiga.
Saber que un domingo soleado es mi día
predilecto.
Poder contar con mis fuerzas físicas, con mi
destreza, con mi salud, y con la voluntad firme de encarar proyectos y hacer
cosas.
El gusto por expresarme, compartir, escribir, leer,
pintar cuadros, escuchar buena música, y reír ante un buen chiste.
Mi gusto por la belleza.
El placer de ver una buena película.
La satisfacción de aprender siempre algo nuevo;
de escuchar a un orador de fuste; de coincidir en cuestiones de política o de
ideas.
El placer de investigar y llegar a la verdad, y
a la vez de difundirla.
El poseer un criterio independiente donde no me
dejo manipular ni moldear por otros.
El ser capaz de amar intensamente, confiar
totalmente, compartir íntegramente.
La dicha inconmensurable de poder ser amado de
verdad, sinceramente, honestamente, permanentemente, si ello ocurre.
El encuentro con maravillosos seres humanos que
trascienden lo común, que son verdaderamente especiales, en su manera de
pensar, sentir, proceder, acompañar, vivir, trabajar, responder, y sobre todo,
en una unión de almas que es única, fuera de serie, algo elevado, excelso.
El tener una voluntad de hierro, una
persistencia excepcional, un propósito de ver realizados los proyectos y no
abandonarlos hasta concluirlos.
El tener una gran sensibilidad, capaz de sacudir
todo mi ser, de hacerme romper en lágrimas, de alegría o de dolor, lo que yo llamo
ternura.
El disfrutar de una masculinidad que no agrede
ni se vale usando al otro sexo, sino que le ve como el complemento necesario e
indispensable con el cual se hace realidad lo humano total.
El considerar y respetar a la mujer, abogar por
sus legítimos derechos, defenderle de atropellos e injusticias, y aprender
mucho de ella.
El tener un sentido de justicia social, de
defensa de lo soberano, de amor por la libertad y la democracia sin
excepciones, y por tanto de oponerme a toda forma de tiranía no importa su
signo ideológico, porque no es justo ningún régimen que so-pretexto de un
bienestar económico-social sacrifique la libertad individual y colectiva,
atropelle contra la constitución o pergeñe una a su gusto, cercene o cancele la
libre expresión, o viole la separación de poderes de un estado para convertirse
en centro omnímodo de todo cuanto suceda.
Y por sobre todo, amar al ser humano como tal, y
reconocer que formo parte y estoy integrado en una relación inseparable con el
Ser en Sí, del cual dependo y por el cual soy.
Milton W. Hourcade
Textos protegidos por derechos de autor
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