El tango argentino “Tiempos
Viejos” (letra de Manuel Romero, música de Francisco Canaro) dice casi al
comienzo ¿Te acordás, hermano, qué tiempos aquellos...? Veinticinco abriles que no volverán... ¡Veinticinco abriles! ¡Volver a tenerlos!..”
Esos abriles, son una
medida de los años transcurridos.
Hoy preguntaba en
Facebook si alguien sabía por qué los años se contaban en abriles y no en otro
mes. La respuesta que yo mismo me di fue porque Abril es el mes de la
Primavera, del renacer de la vida, del florecer de las plantas, y de alguna
manera, todo se renueva.
Más que simbólico
entonces pensar que cada abril es un nuevo año.
Pero, enseguida pensé
que eso estaría bien para el hemisferio Norte, pero no para el Sur. En Facebook nadie medio una respuesta.
Ahora parece que
alguna otra persona en algún momento tuvo esa inquietud, y la contestación que le dieron en Internet es
la que yo pensé, Abril = Primavera.
Sólo que si se usa en
el hemisferio Sur es porque es traído de España. Puede ser.
El hecho es que
entonces el mes de Abril adquiere una relevancia especial, al menos en la
cultura hispano-americana.
Para mi Abril también
es un mes especial.
Fue en Abril de 1958
cuando fundé una organización importante, pionera, que funcionó durante 50 años
en Uruguay. Ese ha sido un hecho a celebrar.
Pero también Abril es
un mes especial por dos fechas que marcan en mí un ayer y un hoy, un pasado, y
un presente.
El 18 de Abril de
2010, mi esposa por 39 años partió hacia la eternidad. Ya me ocuparé de este
recuerdo en su aniversario.
Y el 14 de Abril de
2016, marca el fin de una relación que a nivel de amistad se prolongó más de lo
debido, por mi paciencia, pero que había perdido sentido y sustancia.
Porque una amistad
implica la participación activa y deseosa de dos personas, y cuando una de
ellas deliberadamente hace nulos los vínculos, no se comunica, elude un encuentro
personal, y tiene actitudes reñidas con lo que es dable esperar entre amigos,
entonces todo se vuelve un sinsentido, un absurdo, una entelequia sin
fundamento alguno.
La decisión que tomé
este 14 de abril, debería haberla tomado hace dos años, pero entonces no estaba
preparado anímicamente para hacerlo.
Esta vez sí, y lo
hice con absoluta firmeza, decisión y convicción.
Por cierto que –y los
lectores que me siguen lo saben muy bien— valoro enormemente la amistad.
Después del amor, es lo más sublime y extraordinario entre los seres humanos.
También con lleva una cuota de amor, pero de otro tipo.
La amistad es
hermosa, es una relación fecunda, algo a lo que estamos integrados. No se
concibe la vida sin amigos.
Y repetiré una vez
más mi frase favorita: los amigos se quieren bien, se comunican, se apoyan mutuamente,
y cuando se encuentran, lo celebran.
Si fallamos en esto,
fallamos en todo. Hablar de amistad entonces, resulta una burla o un
estereotipo sin contenido.
La amistad requiere
respeto mutuo y lealtad. Los amigos cuando son tales, no se dejan, no se
abandonan, no se echan al olvido.
Por el contrario, se
está pendiente de ellos, se quiere saber de sus vidas.
Así funciona la
amistad.
Por tanto, tener que
terminar con lo que pudo ser y en algún momento fue una relación de amistad, es
una circunstancia penosa. Pero hay que atenerse a los hechos.
Así que Abril sigue
cobrando para mí, a lo largo del tiempo, un significado especial.
No sé qué me deparará
el Abril de 2017, pero aguardo sea algo bueno, positivo, digno de celebrar.
Algo edificante, hermoso. Algo tan bello como esta música:
enigma
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