De jóvenes, y hasta
de mediana edad, cometemos muchos errores, equivocaciones, emprendemos
aventuras amorosas, triunfos y fracasos, tambaleamos, caemos y nos levantamos.
Acumulamos
experiencia, aunque a veces nos quedan magullones y marcas indelebles.
Así y todo, de los
errores se aprende. De los fracasos se gestan triunfos.
Hay que –como dice
Alejandro Lerner—volver a empezar.
Hay que aprender a
dar vuelta la hoja (lo que a veces cuesta mucho).
Sí hay que perdonar,
intentar comprender, no responder mal con mal, no odiar, no guardar rencor, y
ser siempre amable. No cuesta nada, y lo mejor, no nos causa daño a nuestra
mente ni a nuestro espíritu.
No hay que cansarse
de ser bueno, porque en todo caso, “ascuas de fuego” se juntan sobre la cabeza
de quien ha hecho maldad, de quien ha cometido iniquidad, de quien ha hecho
sufrir injustificadamente, de quien ha perdido sensibilidad humana.
Uno tiene que seguir
adelante.
La vida transcurre,
los años pasan, uno deviene en alguien maduro. Ya no está para aventuras, ya no
está para riesgos tontos, ya no está para creer con una inocencia de mejor
causa.
Se es tremendamente selectivo.
Se es agudamente analítico. Se pone todo bajo microscopio. Todo se desmenuza
para verlo poco menos que en su composición atómica.
Y entonces es posible
elegir, es posible convenir, es posible aceptar, y emprender el viaje de la
vida no en soledad sino acompañado/a. Pero no será con
cualquiera, con quien llegue primero, con quien tenga un lindo rostro. Será con
quien demuestre ser una persona honesta, íntegra, leal, sincera, coherente,
responsable, bondadosa, y que sienta un enorme cariño, si acaso no amor.
Será con alguien
dotado/a de valores auténticos que los vive, y no meramente dice.
Será con alguien que
asuma una relación humana con respeto y consideración, y no con trivialidad y
ligereza.
Y cuando esa persona
es hallada, no importa casarse, no importa vivir bajo un mismo techo (aunque es
ideal si es posible), pero más probable es que la persona a su edad haya
desarrollado su propia vida, y por tanto tenga su propio hogar. Eso no
quita de que se pueda integrar una pareja, y que puedan ser compañeros de vida.
¿Qué implica eso?
Estar mutuamente al tanto de su diario vivir, de sus problemas, preocupaciones
y alegrías. Contar recíprocamente el uno con el otro. Intercambiar diálogos
abiertos y profundos, de calidad en su contenido, y sobre todo, sinceros.
Implica saberse
totalmente lo más posible, entenderse, comprenderse, y tener la enorme gana de
la compañía de la otra parte.
Entonces se abre un
mundo de posibilidades hermosas. Desde ir a almorzar o cenar juntos,
o que uno de los dos cocine alternadamente e invita a la otra parte con lo que
ha preparado; pasando por ir a cines, teatros, conciertos, y emprender
caminatas.
Y también la
posibilidad de viajar, de tomar un crucero, o en avión ir a lugares que no se
conocen y disfrutarlos acompañándose mutuamente.
Y también, de vivir
la intimidad, en el nivel, la intensidad, y la forma en que ambas partes
acuerden con total libertad, despojadas de todo prejuicio, y en absoluta discreción
respecto del resto de las gentes.
Quienes así optan,
han decidido ser compañeros de vida. Han decidido acompañarse como transeúntes
en la vía de la existencia humana, sin saber si esa vía ha de ser corta o
extensa, pero válida por el tiempo que dure.
Considero que este es
un enfoque realista de la vida en la madurez.
No es preceptivo.
Puede haber excepciones, claro está. Depende de quiénes y cómo sean las
personas involucradas.
Hoy día muchas
mujeres maduras buscan hombres más jóvenes, y muchos hombres maduros buscan
mujeres más jóvenes.
Y no voy a discutir
que la conveniencia de ese acompañamiento, le provee a la parte madura el
impulso, la vitalidad y el dinamismo que la parte joven es capaz de transmitir
y trasvasar. Pero…puede ser una relación a corto plazo, especialmente si la
parte joven de pronto encuentra otra persona más afín con su edad, y pone fin a
la relación inicial.
Son alternativas. Son
opciones. Cada quien tiene que pensar y repensar la suya propia, antes de tomar
una decisión. Eso me permito sugerir.
enigma
Textos protegidos por derechos de autor
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