Tanto así como que hace apenas el 29 de Marzo, me referí a mujeres extáticas o eróticas, para ser justo, hoy me voy a referir a hombres brutos o atenciosos.
La sociedad se ha encargado de crear por mucho tiempo un concepto distorsionado de lo qué es masculino, de lo que significa ser hombre, cuáles son sus principales características y cualidades y cómo debe actuar, especialmente en relación a las mujeres.
Se ha dicho que el hombre tiene que ser duro, casi insensible, que tiene que ser valiente, que "el hombre macho no puede llorar", que la mujer le debe obediencia (está en libretas de matrimonio), que mientras él puede tener sus aventuras por ahí, ella le tiene que ser fiel, y que ella está para servirle.
Así, se ha creado culturalmente un deformado estereotipo de lo qué es ser hombre, respecto de aquellos verdaderos valores que forman parte de una hombría de bien, donde caben la sensibilidad, la gentileza, el sentido de protección, y el darse entero por la mujer amada.
Hoy las sociedades se estremecen con los casos crecientes de violencia doméstica (o conyugal) donde el hombre castiga a la mujer. A veces con un castigo solapado, de manipulación psicológica llena de amenazas ("te echaré de este techo", "me llevaré tus hijos", "te dejaré sola"), y otras con directo ataque físico, golpizas, cuchilladas y hasta balazos.
Pero ¿qué significa esto sino el resultado de una hombría totalmente distorsionada y mal entendida?.
Si de relaciones íntimas se trata, suele ocurrir que el hombre se ubica por sobre la mujer, en clara situación de dominio. Los brutos buscan su satisfacción inmediata. No conocen las caricias, los besos y todo un juego amoroso que tiene que preceder al coito. Van directamente al mismo, y acometen contra sus parejas, como si fuese una violación. Buscan su satisfacción, su orgasmo.
Y si la mujer gozó o no gozó, o se vio forzada y atropellada, poco les importa, o nada. Ellos "tienen derecho" a eso, y basta.
La situación todavía empeora si el hombre llega tarde y en copas. Su mujer duerme porque al otro día tendrá que preocuparse de los hijos que van a la escuela, y ella misma de ir a trabajar. Pero a él no le importa ni lo piensa. Quiere tener sexo, la despierta, y se le echa encima.
No puede haber acto más repudiable y situación más denigrante para la mujer.
La cultura mundial, afortunadamente, ha cambiado mucho.
Los jóvenes padres actuales, saben cargar con sus infantes, prepararles su botella de alimento, cambiarles pañales, ir de compras al supermercado, hasta cocinar, y no por eso dejan de ser masculinos.
Los hombres atenciosos, saben de acariciar y mimar a la mujer, saben de regalar flores y llevarla de paseo. Saben de un trato íntimo delicado, de todo el juego amoroso de preparación previa, para real goce de ambos, y no de él solo.
Procuran comprender más a la mujer en sus problemas, en sus dudas, en sus angustias, o en sus alegrías. Y cuando el trato se da a ese nivel, la respuesta de ellas es magnífica.
El hombre debe aprender que solo no es humanidad. Que se es humanidad cuando se está en pareja. Ídem para la mujer. Pero esa pareja tiene que tener como objetivo primordial la armonía, el entendimiento, la confianza mutua, y por sobre todo, el gusto de vivir y compartirlo todo.
El hombre bruto, es una caricatura. Y el machismo, un mito afortunadamente en vías de extinción. El machista ordena y se impone. No dialoga ni escucha.
El hombre atencioso, representa al cabellero gentil, servicial, solidario, bien dispuesto, al que reconoce los valores de la mujer, al que se honra en ser su compañero si está en pareja. Es un interlocutor válido, busca el diálogo, el entendimiento, el intercambio de puntos de vista. Escucha.
Por fuera aparentemente iguales. Por dentro, dos tipos de hombre totalmente distintos.
El uno es una especie de cavernícola, que no encaja en la sociedad.
El otro es una expresión auténtica de lo que verdaderamente se le exige a un hombre y ante lo cual un genuino varón tiene que responder.
El uno es primitivo, ve una mujer hermosa y sólo piensa en hacerla suya sexualmente, si puede. Bien que las mujeres están alertas a eso.
El otro, ve una mujer hermosa, la valora, la aprecia, pero lo que le interesa más --siempre que se dé la ocasión-- es conocer la persona. Averiguar el contenido que hay dentro de ese "lindo envase", porque finalmente eso es lo que cuenta e importa.
Puedo asegurar que los hombres genéricamente, les debemos muchas disculpas a las mujeres, pero más que eso, les debemos reconocer en pie de igualdad como seres humanos, como nuestras compañeras de vida, y tenemos que aprender mucho de ellas.
enigma
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