La foto representa un juego que hacíamos en un grupo, en mi juventud.
Tenías que dejarte caer, confiando que algunos que tú no veias, te iban a sostener e impedirían que chocaras contra el suelo.
El juego era la confianza.
Confiar en quienes aseguraban que no nos dejarían sin sostenernos, y dejarnos caer.
La confianza es fundamental para la existencia de cada día.
Como ya lo he escrito, confiamos en muchas personas de las cuales no sabemos nada.
Subimos a un taxi, y confiamos en un taximetrista que nunca vimos, cuya vida y hábitos desconocemos, que esperamos no conduzca drogado ni borracho...y vamos en el viaje.
Confiamos cuando subimos a un autobús, y es lo mismo que con el taxi.¿Quién es el conductor, cuántos años de experiencia tiene, nos llevará seguros a destino?.. pero pagamos el boleto, y ahí va nuestra vida en sus manos.
Confiamos cuando subimos a un juego en un parque de diversiones, y esperamos que funcione bien, que nada se desprenda y nos lance al vacío, o nos despida violentamente hacia algún lado, y vamos al juego.
Pero esa confianza se ve acentuada, y resulta imprescindible, cuando hacemos un trato de negocios con un socio, y ni qué hablar, cuando integramos una pareja.
Si no hay confianza, no puede haber asociación empresarial. Si no hay confianza no puede haber vida en común.
Dos personas se pueden gustar mucho, pueden sentirse mutuamente atraídas, pueden disfrutar la mutua compañía, pero todo eso no es suficiente para formar pareja.
Para eso tiene que haber una confianza bien cimentada. Una confianza en la que ambos sepan a ciencia cierta que la otra parte jamás le va a mentir. Jamás le va a ocultar algo, jamás le va a escamotear una realidad. Jamás le va a traicionar.
Si se trata de una pareja a formarse, ese tiene que ser un criterio fundamental. Si hay la mínima sombra de duda sobre la otra parte, todo eso debe ser puesto sobre la mesa, y aclarado muy bien antes de dar un paso más.
Si se trata de una pareja ya formada, que lleva años juntos, puede que haya razones para que alguien de pronto le falle a la otra parte, sienta la necesidad de un romance o de enamorarse realmente, porque lo que sentía antes lo ha ido perdiendo a jirones. Pero... entonces, es preferible hablar claro.
La verdad puede doler y mucho. Provocar lágrimas, fastidio, enojo, ira, pero es preferible mil veces a la mentira.
Es preferible decirle a la otra parte: tengo que hablar contigo, no podemos continuar con lo nuestro. Me he enamorado de otra persona. Es la verdad, y no te puedo mentir. Mi respeto hacia ti me obliga a decírtelo.
Se me ocurre que quien recibiera un mensaje semejante, más que violentarse, más que levantar la voz, enojarse, o preguntar por qué, cómo es posible...tiene que sentirse respetado pues le están diciendo una verdad. Y tal vez se la están diciendo a tiempo, cuando aún nada ha pasado, sino que sólo está el sentimiento de por medio.
Luego claro, la persona podrá proceder en consecuencia. Y la consecuencia lógica es terminar con una relación que ya no tiene fundamento. Y abrir una situación de libertad para ambos, pues la vida continúa.
Pero fuera de una situación así de extrema, la confianza es fundamental para la unidad de la pareja. Si la confianza aparece mellada, si la confianza se disipa, si la confianza se pierde, ya no hay bases para que una pareja se forme, o continue unida.
Es mi punto de vista.
enigma
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