Se llamaba Elena. Elena Alvariza Casal.
Muchos la conocían simplemente por su nombre.
A lo largo de su existencia, supo de muchos sacrificios, trabajo, el hogar, la crianza de un hijo y una hija, la atención de un negocio.
Elena se caracterizaba siempre por su palabra justa, su sentido práctico, y una bonhomía que la hacía muy especial.
Siempre tenía una palabra de aliento, de comprensión, y cuando encaraba algún problema lo hacía prudentemente, con cariño, dando apenas una opinión.
Para mi, era "mi querida suegra" como yo la llamaba, un poco en broma y mucho en serio. Sinceramente muchas veces dije a amigos y quienes me quisieran escuchar, que les deseaba a todos una suegra como la que yo tenía.
Discreta, nunca inmiscuyéndose en asuntos de mi matrimonio, siempre dispuesta a solucionar situaciones, a ayudar. ¡Cuántas veces mi hijo fue a su casa, para comer, o para pernoctar!
¡Cómo ella estuvo dispuesta a cuidarlo cuando pequeño, cuando mi hijo sufrió momentáneamente un problema de salud!.
Con ella tuve el privilegio de sostener largas conversaciones sobre diferentes temas. Muchas veces me preguntaba cosas, y le gustaba que se las explicara, y me daba también su opinión o parecer.
Tremandamente servicial para con sus vecinos, Elena se hacía querer.
El grupo de la tercera edad al que perteneció, la vio activa, siempre bien integrada, y para ella le significó una vivencia importante.
Sintió mucho dolor cuando tuvo que abandonar la que era su casa, porque ya no estaba en condiciones de vivir sola. Fue como arrancarle un pedazo de vida, pero no había otra alternativa. Su hijo asumió con gran responsabilidad, dedicación y esmero, cuidarla hasta el final.
Sufrida, no se quejaba de sus dolores físicos, ni de sus impedimentos, y estaba siempre animosa para festejar sus cumpleaños.
Elena fue de todo punto de vista, una gran mujer. Una persona ejemplar, maravillosa.
Y hoy, haciendo memoria de ella, no me pareció nada mejor que tejer esta pequeña semblanza, recordándola con inmenso cariño. Desde aquí, querida Elena, un apretado abrazo.
Los seres llenos de bondad, ¡nunca se olvidan!
enigma
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