Pasó la terrible y turbulenta jornada del viernes.
La insidia de un indignante complot, la turba azuzada, la soldadesca romana cumpliendo órdenes, y el Hijo del Hombre, dando su vida por la causa que abrazó, y convirtiéndose así Él mismo, en la causa que habrán de abrazar otros por los siglos de los siglos.
Las horas tenebrosas del mayor crimen de la humanidad, pasan y dan lugar a un sábado en que todo vuelve a una calma se diría que crepuscular.
Los discípulos de Emmanuel, temen por sus propias vidas. José de Arimatea se interesa por la sepultura adecuada, y luego todo permanece en suspenso.
Los soldados montan guardia frente a la tumba que retiene el cuerpo de Emmanuel.
Pero no todo está quieto para la acción poderosa de los ángeles de Dios.
Ellos vendrán en auxilio de Emmanuel.
La muerte no tiene ganada la batalla.
El que tuvo el poder de resucitar a Lázaro, será resucitado.
Son horas de espera anhelante, expectante….los discípulos recuerdan sus palabras.
“…y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará.” (Mat. 20:18-19)
enigma
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