Saturday, August 13, 2011

Aprendiendo una lección

La existencia es la expansión de tiempo en la cual podemos aprender enormemente.

Y uno de los aprendizajes importantes no es el de la educación formal, sino el de la convivencia con los otros, o sea, el de la interacción humana a todos los niveles y en todos los terrenos posibles.

De esa interacción siempre se aprende algo. A veces, realmente mucho.

Yo les confieso que a pesar de tener décadas de existir, sin embargo siempre estoy aprendiendo, y hay algunas cosas sobre las cuales no tengo gran experiencia o conocimiento, porque mi propio estilo de vida, no me ha llevado a conocerlas como otros, que terminan siendo expertos.

Pero vengo de aprender una lección. Confieso que me costó. Me costó entender, me costó comprender.

A veces me parecía que me encontraba en medio de un diálogo de sordos. Otras, me parecía que había tales incoherencias, tales desconexiones en el pensamiento de la otra parte, que realmente me quedaba alelado.

Pero tal vez, reflexiono hoy, el gran error estuvo en mi. En no saber encarar la realidad tal cual era, para quererla conformar a lo que yo quería que fuera, sin reparar con suficiente agudeza y adecudo raciocinio, que mis planteos, mi entendimiento de una situación dada, aunque teóricamente correcto, y potencialmente posible, se estrellaba ante el muro de una realidad que lo hacía en los hechos, imposible. Al menos imposible en los plazos que yo mismo me fijaba. Por tanto, imposible en definitiva.

Y eso me dio un baño de realismo tremendo, como pocas veces he tenido.

Me he preguntado a mi mismo entonces: ¿por qué pretender, por qué presionar, por qué querer a toda costa que las cosas sean como me parecía que debían ser, en lugar de aceptarlas tal cual son?

¿Por qué en vez de ambicionar, ilusionarme y soñar con algo quimérico, no puse los pies en tierra, y me atuve a lo hermoso posible?.

Si lo hubiese hecho desde el inicio, me hubiese ahorrado muchos dolores de cabeza, momentos de verdadero sufrimiento, y con calma, hubiese tomado las cosas serenamente tal cual eran.

Debí pasar bajo ese baño de realismo, para emerger de las aguas a la realidad tal cual es, aceptarla, y apreciar todo lo que tiene de positivo, de bueno, y de bello. Sin ambicionar más, sin pretender más, conformándome con lo posible real, y no con lo imaginario irreal. Y disfrutar cuanto más posible sea, esta realidad.

Y al conformarme con lo posible real, veo que ---o me parece que--- respondo a la realidad total, a la realidad que implica a mi prójimo, en la cual nos entendemos, comprendemos y aceptamos.

Entonces se acabó la inquietud, el no entender, la zozobra, el sufrimiento, el ver desvanecerse una oportunidad o un mañana. Porque hay un hoy cierto, real, posible, y con ese ¡es suficiente!



enigma

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