Sunday, November 21, 2010

22 de Noviembre: cumpleaños de Alicia


Este 22 de Noviembre, Alicia hubiera cumplido sus 66 años.

Quiso Dios que no llegara a celebrarlos, y le arrebató el pasado 18 de Abril.

Pero lo que no puede ser jamás arrebatado es su recuerdo, el de su impronta pesonal, el de su manera de ser, el de su salud a toda prueba, quebrada increiblemente por un cáncer.

Alicia era físicamente fuerte, jamás se enfermaba de nada.

Y era fuerte también para asumir tareas como la que muestra la foto. Algo muy típico aquí en Estados Unidos, cuando llega el invierno. Palear nieve.

En este caso estaba sacando nieve que obstruía el camino de salida de casa, y la vereda que nos corresponde.

Y ahí está, con la cabeza descubierta, su abrigo invernal y sus botas. A ella le gustaba hacer esas tareas, como le gustaba lavar su auto. Y por sobre todo, cultivar flores y cuidar su jardíin.

Por supuesto que nos complementábamos en todo eso, pero ella hacía su aporte.

Le agradaba conversar con los vecinos, que la apreciaban mucho, al punto que fueron varios los que se hicieron presentes en su funeral.

Alicia siempre es recordada por su sonrisa, y por la jovialidad con que alternaba con la gente.
Y especialmente, por su tremenda dedicación a los niños, por su vocación como educadora, por su enorme cariño para con nuestro hijo y nuestro nieto.

Tenía un gran amor por su madre, doña Elena, una mujer extraordinaria en muchos sentidos. Y debo decirlo, una suegra estupenda.

Alicia era selectiva en sus amistades.

Trabajadora incansable dentro y fuera del hogar, Alicia nunca dejó de ser ama de casa a pesar de trabajar fuera hasta en dos lugares distintos.

Si Alicia estuviese viva, ya habría trazado planes para celebrar el día de su cumpleaños. Seguramente prepararía ella misma un postre, y alguna otra cosa. Yo complementaría con algo comprado, y lógicamente un regalo.

Tal vez hubiésemos estado solos en casa, o acompañados por un par de amigas de la familia, y seríamos 4 o 5 a la mesa.

Lamentablemente mi hijo, nuera y nieto, no hubiesen podido viajar por sus respectivas actividades en otro Estado, lejano de Virginia.

Hubiera recibido llamadas telefónicas, de nuestra familia aquí, y de su hermano y algunas amigas en Uruguay.

Hubiera recibido correo electrónico con tarjetas virtuales y mensajes de felicitaciones.

Pero por sobre todo, hubiésemos orado dando gracias a Dios por un nuevo año de vida.

O tal vez, el escenario hubiese sido distinto, y ella se hubiese marchado donde nuestro hijo, para festejar allí su cumpleaños.

Hoy, su recuerdo es imperecedero. Y me ocurre con ella, lo que suele ocurrir con estadistas cuando fallecen. Su figura cada vez se agranda más. Se olvidan las discrepancias, las
diferencias, los desencuentos, y se recuerdan los momentos gratos, las aristas más salientes y mejores de la persona que ha partido hacia la Eternidad.

Su desaparición física me ha provocado una larga tristeza, una tristeza que se extiende a través del tiempo, y es capaz de conmoverme en cualquier instante.

Tal vez allí en la Eternidad, Alicia tenga mañana la mejor de sus celebraciones. Yo alzaré una copa para desearle la más grande de todas las felicidades, y un bouquet de flores estará junto a su retrato,

Aquí, ha dejado un vacío enorme, muy dificil de llenar.



enigma

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