Acción de Gracias

Cuenta la leyenda que cuando los peregrinos --mayormente escapados de Europa buscando libertad religiosa-- tuvieron en esta tierra americana sus primeros frutos, se reunieron junto a los indígenas que les enseñaron a cultivarlos, y tuvieron una comida en la que dieron gracias a Dios.

De ahí se arraigó en Estados Unidos como parte intrínseca de la cultura de este pueblo y de su idiosincracia, el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving Day), que el presidente Abraham Lincoln lo instituyera como feriado nacional, convirtiéndose en uno de los más importantes de esta nación.

Esencialmente, un día para agradecer a Dios por todas sus bendiciones.

Es un día donde tradicionalmente se come el pavo asado y aderezado, junto con otros condimentos que le acompañan, y la tarta de calabaza.

Pero fundamentalmente --y más que en Navidad-- es un día de reunión de toda la familia. Desde muy lejos, hermanos que no se ven en todo el año, llegan a casa de los padres, que a su vez viven en otro lado, y pasan el cuarto jueves de Noviembre juntos, y claro está, el viernes queda hecho un sandwich con el fin de semana, por lo que casi obligadamente el feriado se extiende.

Cuando uno no tiene familia con la cual reunirse, siempre hay una familia que le invita para ser uno más rodeando la mesa donde por sobre todo se destaca la calidez humana, el cariño, el afecto sincero.

Yo doy gracias a Dios que ya recibí una invitación semejante.

Doy gracias a Dios por estar vivo, por estar entero --a pesar de la reciente operación.

Agradezco al Ser en Sí por encontrarme pleno de energía, por poder trabajar, pensar, escribir, comunicarme.

Por tener excelentes amigas y amigos esparcidos por muchas partes del mundo, y estar haciendo nuevos.

Por la casa que me cobija, por el amor de la familia --mi hijo, nuera y nieto-- aquí en Estados Unidos, pero en otro Estado, y la familia que está en Uruguay y en Argentina. .

Por poder ayudar, servir, hacer el bien, amar.

Por todo eso agradezco al Creador.

Porque esas son las cosas sólidas y permanentes que acompañan nuestra existencia.

Y agradezco también al Ser en Si, por haberme dado la fortaleza espiritual para acompañar a mi esposa en todo su proceso de dos años y medio de lucha contra un cáncer. Por poderle ser su sosten y apoyo hasta su último instante, junto a ella.

Y por haberme dado la fortaleza luego, para sobrellevar ese dolor, superar el trauma de la separación, y poder seguir adelante, solo, valiéndome por mi mismo para todo.

Claro que allí es cuando las amigas y los amigos se han hecho presentes, y han sido un firme sostén para mi. Su compañía --personal en el menor de los casos-- cibernética en el mayor de ellos, ha sido una constante durante todo este tiempo.

Una constante por la cual tengo un agradecimiento eterno.



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