Sunday, November 14, 2010

Que me aten si estoy loco...

Te lo voy a preguntar directamente: ¿alguna vez te jugaste por algo en tu vida?

No, no te digo que no te hayas jugado nunca por algo. No me refiero a alguna apuesta...el esfuerzo deportivo en un picado de fútbol, o cosa semejante. O la defensa de una persona amiga ante terceros, venciendo una injusticia.

Todo eso puedes haberlo hecho... y está bien, está muy bien, y vale.

Pero...¿te jugaste la vida por algo?, ¿cambiaste radicalmente tu manera de vivir, el lugar donde estabas, la gente con la que convivías, la cultura en la que estabas inserto, las costumbres, el lenguaje, la forma de entender las cosas?

Yo lo hice. Y no lo hice de joven. Tenía ya 49 años.

Pero ¿sabes una cosa?, es una lección de vida que se aprende.

No hay que vivir arraigado, pegado como con cemento a algo porque "es lo de uno". La casa, la familia, los amigos, la ciudad, el país.

"Lo de uno" lo va haciendo uno paulatinamente a medida que se adecua y adapta a lo nuevo, a lo totalmente distinto, diferente, a lo cuantitativamente más complejo.

Pero he aprendido que "lo de uno" puede ser en muchos lugares del mundo, y no necesariamente en el terruño donde se nació y vivió por décadas, ni el en país en que ahora se está por tiempo.

Tal vez lo dijo magistralmente Antonio Machado: "caminante no hay camino, se hace camino al andar".

Y creo que lo proclamó con fuerza Mario Benedetti: "no te pienses sin sangre".

Vivir es andar, vivir es cambiar, es transformarse, es siempre renovarse. Estancarse, es la muerte.

Pero yo estoy dispuesto a jugarme mi vida. Lo que me quede de vida, que afortunadamente no sé cuánto es ni me interesa.

A jugarme por una causa nobilísima. A jugarme por la más excelsa de todas las causas humanas: por amor.

Hay quienes se juegan la vida en la guerra, yendo al frente. ¡Héroes!

Hay quienes se juegan la vida enfrentando la injusticia, y la sufren en carne propia con prisión (como Aun San Suu Kyi en Mianmar, ex Birmania) o permanentemente exiliados, como el Dalai Lama.

Hay quienes se juegan la vida por la libertad, como los presos de conciencia en Cuba; como lo fue Nelson Mandela en Sudáfrica, luchando contra el apartheid.

Hay quienes se juegan la vida protegiendo a la niñez contra la pedofilia, y la explotación comercial o sexual, y el tráfico humano.

Hay quienes se juegan la vida protegiendo a los animales, particularmente a las especies en extinción.

Hay quienes se juegan la vida pugnando porque se reconozca la responsabilidad que nos cabe a todos por el calentamiento mundial, la generación de gases de efecto invernadero y sus terribles consecuencias meteorológicas.

Hay quienes dan su vida al compartila con niños huérfanos, que adoptan, como Madonna, como Angelina Jolie, y tantos casos anónimos.

Yo me quiero jugar la vida por amor. Dispuesto a quemar mis naves --lo que tengo y donde estoy- para ir a otro lugar, a empezar desde cero, con otro pueblo, otras costumbres, otra cultura, otra gente, y con una familia que quiero hacer mía.

Que me aten si estoy loco.....pero "el amor todo lo espera", como dijo bien San Pablo.

Y yo espero todo del amor.

Y quiero que me esperen, y me reciban, y estemos todos juntos, ¡para vivirlo plenamente!

Digo yo: ¿me tendrán que atar?

Discúlpenme. Es nada más que otra reflexión en voz alta.

Y ahora les dejo "No te salves" en la propia voz del poeta: Benedetti.



enigma

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