Esa expresión se utiliza cuando se quiere significar que alguien está evitando encarar un tema, hablar de un asunto, hacerse responsable de algo, o dar respuestas a ciertas preguntas.
Claro que cabe analizar en cada caso por qué alguien esquiva el bulto. ¿No le conviene encarar el tema?, ¿tiene algo que ocultar?, ¿le sería complicado o desdoroso responder ciertas preguntas?
Pero en el fondo es un escapismo.
Un no querer enfrentar la realidad.
El hacerse “humo”, o “mutis por el foro”.
El no dar la cara.
Y eso, no es a la postre constructivo, y se vuelve contra la persona que practica semejante actitud.
Porque el escapismo no soluciona las situaciones o los problemas. Por el contrario, los agrava.
Porque no querer encarar algo, postergarlo ad infinitum, o hacer de cuenta que no existe, finalmente es una irresponsabilidad que se cobra caro su precio al andar del tiempo.
Por tanto, la actitud honorable es no esquivar el bulto, sino hacer frente a las situaciones, con valor, y con realismo.
Tampoco sirve –frente a determinadas situaciones—“hacer la del avestruz”, que esconde la cabeza en la tierra para no ver la realidad.
Porque esa realidad existe aunque de ella no se quiera hablar, y cuanto más se prolonga sin enfrentarla y solucionarla, más empeora.
Como dice el libro del Eclesiastés, hay un tiempo para cada cosa.
Y hay que tener el sentido común de cuándo es el tiempo adecuado, cuándo es el momento oportuno, para tomar “al toro por las guampas”, y ser definitivamente claro y preciso, saber dónde se está parado, qué se quiere, quiénes están con uno y quiénes en contra, y hacia dónde está la salida de una situación dada.
Así que, amigos, nada de esquivar el bulto!
enigma
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