Los dos corazones unidos y entrelazados, son un símbolo magnífico del amor.
Ellos representan lo más íntimo y profundo que hay en mi ser. Ellos simbolizan el anhelo, la esperanza, el futuro en el que no quiero dejar de creer.
Ellos son la quintaesencia de mi mismo. Porque finalmente no soy sólo con mi corazón, sino que soy cuando el otro corazón está presente.
Soy con ella. Y ella es el símbolo de la mujer, es la síntesis de lo femenino, es la otra mitad que me complementa.
Y por eso tengo momentos...
Momentos como los de ayer, en que me sentí rodeado de soledad, de sinsentido, de hastío y de vacío.
Momentos como el de hoy, que en cambio --aún a la distancia, y sin mediar mensajes-- sin embargo me sé acompañado, sé que no estoy solo, sé que hay otro corazón que late junto al mío, y que me permite entonces, seguir siendo, seguir andando, luchando, viviendo.
Yo sé que hay quienes no pueden o no quieren comprender esto. No se los reprocho, pero sólo quien realmente está enamorado y vibra de amor, es capaz de entenderme.
El amor no está regido por la mente, por el raciocinio frío y preciso, por ecuaciones matemáticas que lo pueden graficar, o por los juegos de sustancias químicas en nuestro cerebro, o por cínicos cálculos de conveniencia.
El amor está regido por el corazón, ese que con cada latido nos hace correr la sangre que llevamos dentro, ese al que atribuimos nuestros sentimientos, y que se transforma en simbolo de algo que nos abarca por completo. Porque el amor está en cada célula de nuestro ser.
El amor es suavidad y fuerza, es romance y pasión, es caricia y sudor, es placer y sacrificio, es deleite y obligación, es ternura y responsabilidad, es darse entero a ella, es darse uno por el otro, es unión sublime y total, es entregarse el todo por el todo. ¡Es lo más hermoso que podemos llegar a sentir y desarrollar!
enigma
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