Wednesday, September 7, 2011

QUEMANDO ETAPAS

Así como cuando uno hace gimnasia o practica algún deporte, se queman calorías, así también hay una agitación vital, que tiene que ver con la dimensión tiempo. Es cuando se queman etapas, o se intentan quemar etapas.

Lo hacemos en la práctica todos los días, cuando descubrimos que actuando con el principio de simultaneidad multiplicamos esa dimensión tiempo, haciendo varias cosas a la vez. Si en cambio las hiciéramos linealmente, primero una, luego otra, y aún después otra, triplicaríamos la cantidad de tiempo que nos insumirían.

La existencia tiene sus sazones. Cuando somos adolescentes, miramos a la vida como un trayecto largo que se extiende delante nuestro. Andamos físicamente muy apurados, pero realmente, no tenemos apuro para todo lo que la vida nos depare. Sentimos que nos estamos capacitando, preprando. Es la época de los estudios, los exámenes y las graduaciones.

Una vez que estamos en la juventud madura, próximos a los 30, cuando obtenemos el título habilitante para la futura tarea profesional, andamos más lento en nuestro ritmo de vida, pero somos más inteligentes, más cerebrales, aprovechamos más cada minuto. Vamos aprendiendo a vivir en el mundo real. Se acabó la fantasía irresponsable de la adolescencia. Somos adultos.

Cuando estamos en las décadas de los 40s y 50s, algunos creen haber doblado el codo, hay mujeres en Estados Unidos que hacen unas ceremonias con luto, como si enterraran la juventud.
Pero la verdad es que allí sí, llega la verdadera madurez, o se supone que llega, y entonces adquirimos responsabilidades biologicas y vitales: formamos pareja, procreamos, ejercemos la paternidad o maternidad con responsabilidad.

La presencia de las criaturas nos constriñen en nuestros horarios, nos quitan tiempo a la diversión, el entretenimiento, y la distensión. Nos absorben, aún ponen en peligro la vida misma de la pareja como tal. Ya se termina el romance, ya se terminan los momentos de deliciosa calma, porque el chillido de un infante, nos vuelve a la realidad aceleradamente, y hay que ver qué le pasa, si le duele algo,si tiene hambre, si hay que cambiarle los pañales...uuuuffff! entre los 40s y 50s nuestra vida se ha alterado sustancialmente, se ha trastornado.

Claro que nada compensa más que el beso tierno y la sonrisa de un niño o niña que nos mira dulcemente y nos dice "te quiero".

Vendrá el tiempo de la escolaridad de los críos... más responsabilidad, diferente, pero ahi está. Los libros, los cuadernos, los deberes, lo que dijo la maestra o el profesor, cómo va académicamente, la fiesta, la ropa....otro universo de obligaciones, de compromisos, y cada vez dejamos de ser más nosotros, nosotros mismos.

Súmese a todo ello, el trabajo que nos absorbe la mayoría de las horas del día. Casi que estamos más en el trabajo que en el hogar.

Y así seguimos, hasta que llegamos a la tercera juventud...llamada la tercera edad. No es la edad de la quietud ni del reposo. No es por cierto la edad para sentarse sin hacer nada en el banco de una plaza, como esperando que un día la carroza fúnebre venga por nosotros.

Hoy día la expectativa de vida se ha prolongado mucho más, y encontramos pues muchas personas que a sus 60s y 70s están tanto o más activos que muchos en sus 50s. Hacen gimnasia, o deportes. Participan en grupos de interés, socializan. Pero además, ahora tienen tiempo para dedicarse a ser más por sí mismos, por sí mismas.

Ahora tienen tiempo para vivir un romance intenso, para disfrutar una cena con un buen vino, en forma reposada y tranquila. Ya no hay que trabajar, o se ha elegido un trabajo que no perturba. Ahora pueden dedicarse a aquello qeu siempre quisieron. El hobby que quedó relegado, la poesía que no escribieron, el cuadro que no pintaron, la música que no aprendieron, y tantas cosas más.

Es el momento de ser por uno mismo y de darse para otros en amor.
Si se está sano, si se está fuerte, si se tiene dinamismo, sí verdaderamente es posible.
Pero...todo se acelera...tiene que acelerarse.

Ya no podemos mirar hacia el futuro, como cuando éramos adolescentes, y ver que delante nuestro, como una alfombra roja, se extiende un largo camino a recorrer.

Por el contrario, sabemos qeu el camino es limitado, que aún queda un buen trecho de alfombra sobre la cual andar, pero tenemos que andar ¡ya! tenemos que vivir lo que anhelamos y deseamos,¡ya! Es realmente el tiempo del ¡ya!, del ¡ahora! del ¡pronto!...porque no podemos darnos el lujo de esperar...ni de postergar.

Porque tenemos que quemar etapas, poner toda la simultaneidad posible en cuanto sea posible, abreviar el tiempo que lleven las cosas, porque el tiempo se acaba...

Entonces se vive el hoy, el presente, y todo lo que pudiera estar en el futuro, tiene que estar en un futuro cercano, muy cerca del hoy. Y hay que hacerlo posible, para disfrutarlo ¡ya!

Tal vez, a lo largo de estas reflexiones que he querido compartir con ustedes, cada quien se encuentre y reconozca en alguna de las etapas a las que me he referido.

Ahora, ¿es posible un cruce de los tiempos?, ¿es posible que alguien en los 60s largos o inicios de los 70s pueda iniciar y desarrollar un proyecto común con alguien en los 40s? Por supuesto que sí, y diria que es una situación complementaria y enriquecedora.

Al impulso, a la vivacidad y el dinamismo que aporta la persona en sus 40s, a esa energía desprendida y trasvasada, que la otra persona recibe, ésta a su vez aporta pensamiento maduro, y por sobre todo, experiencia, sabiduría. La conjunción de ambos elementos, hacen de esa dupla una fórmula de la victoria. Así fuese en el ámbito político, o intelectual, o en la actividad de arquitectura, o en una obra de ingeniería de gran enjundia. O en el manejo de una tarea científica de investigación y estudio.

Las vertientes pueden ser múltiples, pero la conjunción de personalidades, edades, voluntad y pensamiento, y sentimientos, dan una dupla vencedora en múltiples aspectos y niveles. Aún --me atrevería a decir-- en el de la intimidad de una pareja.

Sepamos pues aprovechar la etapa en que estamos, pero no dejemos de tener presentes a las personas de otras etapas y lo que con ellas podemos lograr juntos.

Por eso he elegido como música para acompañar esta entrega, a la dulcísima voz de Emmylou Harris en esta versión de 1977, "Together Again", "Juntos Nuevamente"



enigma




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