Confieso
que el tema del tiempo me fascina y a la vez me resulta en cierta medida
ininteligible.
Me refiero
a la dimensión tiempo considerada del punto de vista de la Física, donde se nos
dice que hay un permanente presente. Que la división entre pasado, presente y
futuro, es artificial, y si bien de un punto de vista práctico nos manejamos
con ella, desde nuestra tercera dimensión, sin embargo, esa visión es
equivocada…
Después de
todo, piensen que simplemente el disponer de poderosos telescopios nos permit
tener con nosotros un presente de miles o millones de años, que sin embargo
podemos visualizar, analizar y entender.
¿Y el futuro?... ¿Qué clase de instrumento tendríamos que tener para
poder captar de igual forma no lo que fue sino lo que va a ser?
Estoy
persuadido de que ese futuro es, ese futuro está. Una demostración palmaria de ello es cuando
nos encontramos con el fenómeno de precognición, donde personas dotadas, o bien
ocurriendo espontáneamente como todo
fenómeno legítimamente paranormal, alguien puede con adelanto de días, ver algo
que va a ocurrir y describirlo tal como luego sucede.
Y sí, uno
suspira pensando ¡quién pudiera ver claramente el futuro!, ¿qué nos va a
acontecer, cómo va a ser?, ¿qué va a ser de nosotros?. Pero, me da la impresión que si nosotros
supiésemos anticipadamente el futuro, intentaríamos tal vez cambiarlo, y eso
tendría consecuencias en cadena que tal vez no terminasen siendo nada
positivas. Por eso, quizás debamos conformarnos con aguardar el futuro con
esperanza, y por supuesto, en lo que de nosotros dependa, trazar planes,
elaborar proyectos y tener sueños que tal vez lleguen a ser realizables.
Porque también
en Física se afirma que nosotros moldeamos la realidad, que lo que llamamos
realidad es en esencia una construcción de nuestra mente.
No me quiero meter en
esos vericuetos de los que me considero ignorante, pero lo que extraigo de ello
es que somos constructores de nuestra vida, de nuestro presente y de nuestro
futuro. Y como consecuencia de ello, es bueno que tomemos conciencia que
seremos en muy buena medida lo que
busquemos ser, y viviremos lo que procuremos vivir.
También
construir ese futuro, estructurarlo, implica algo muy especial a tener en cuenta: responsabilidad.
¿Qué
hacemos de nosotros mismos hoy?, ¿cuáles son nuestras aspiraciones para el
futuro a corto y mediano plazo?, ¿hacia dónde queremos llegar con nuestra
existencia?, ¿qué hemos llegado a ser y cuánto anhelamos que aún nos falta?
Aquí me
parece que interviene un planteo y un
criterio muy importante: la búsqueda genuina y legítima de nuestra felicidad,
de nuestra plenitud.
¿Estamos siendo verdaderamente felices o nos engañamos a
nosotros mismos? ¿Hay algo que quisiéramos ser, tener y vivir, que no es una
realidad en nuestra existencia hoy? Si así es, es propio que nos preguntemos
¿por qué? y ¿qué tenemos que hacer para
modificar esa situación? Por supuesto
que esto implica poner en juego la voluntad. Una voluntad activa, una voluntad
por la positiva, una voluntad por modificar, cambiar, llegar a lo que realmente
queremos.
Sin esa
voluntad, es imposible modificar nada, alcanzar nada, sino que nuestra
existencia será un quedarnos en nuestra “zona de confort”, en lo conocido de
siempre, en la rutina, y dejar que la vida nos lleve como un corcho flotando en
el agua.
Hoy me
encontré con una señora joven (42 años) con la que tuve un lindo diálogo. Y
entonces me dice de pronto: “¡pero ya me encontré canas!”, a lo que le
respondí: “no te preocupes por el cabello, cuenta lo que tienes de ahí para
abajo”.
Realmente
me sorprendió cuando me dijo su edad. Su rostro lozano, sin arrugas, su figura
toda, más bien menuda pero bien proporcionada, le hacen muy grácil y agradable.
Las canas
son un índice del proceso natural de la vida en nosotros. La presencia de la
madurez.
Y madurez, significa pensar mucho más cada cosa que intentemos o hagamos, meditar más profundamente en aspectos filosóficos de la vida, poner en práctica la experiencia acumulada, razonar con más efectividad y precisión, cometer menos errores, y tener de la existencia una visión más pragmática. Vivir cada día con intensidad. Vivir el hoy porque el mañana puede o no ser.
Y madurez, significa pensar mucho más cada cosa que intentemos o hagamos, meditar más profundamente en aspectos filosóficos de la vida, poner en práctica la experiencia acumulada, razonar con más efectividad y precisión, cometer menos errores, y tener de la existencia una visión más pragmática. Vivir cada día con intensidad. Vivir el hoy porque el mañana puede o no ser.
Madurez
significa sabernos conducir con inteligencia y mejor en una serie de
situaciones y contingencias que en lugar de superarnos, las manejamos con
calidad y solvencia.
Madurez
significa también sentirnos seguros de lo que hacemos y de que sabemos cómo
hacerlo.
Pero a la
vez, implica usar todas nuestras facultades, nuestros músculos, nuestro cuerpo,
nuestra mente, elásticamente, para gozar de la vida cuanto podamos en todos los
aspectos y niveles, incluidos por supuesto primordialmente el amor, la pasión,
la sexualidad, los viajes, el conocer nuevas gentes y lugares, el explorar
cuestiones ignotas.
La madurez
es un vehículo hermoso para una aventura de alta categoría.
y sobre
todo, con gusto.
enigma
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