“¡¡¡Gracias a ti!!!”.
Así terminaba hace poco una carta, una persona amiga.
Su agradecimiento, se
me hace que ha sido recíproco. Tal vez, --o sin tal vez— yo he
significado mucho en un particular momento de su vida. Sinceramente quedé muy
reconfortado.
Una amiga que me
quiere mucho, siempre me agradece porque la recibo en mi lar, porque hace pocas
horas le solucioné un problema que tenía con su laptop, y su agradecimiento me
lo ha repetido varias veces.
Yo le he agradecido
su presencia y compañía cuando ayer me sentí físicamente mal, muy probablemente
debido a un virus.
Antenoche un amigo me vino a buscar con su vehiculo, para ir a una reunión social, y luego me trajo de regreso. Se lo agradecí, pero de hechos así de sencillos y simples, que evidencian amistad, buena voluntad, es que se nutre lo mejor de nuestra existencia.
Antenoche un amigo me vino a buscar con su vehiculo, para ir a una reunión social, y luego me trajo de regreso. Se lo agradecí, pero de hechos así de sencillos y simples, que evidencian amistad, buena voluntad, es que se nutre lo mejor de nuestra existencia.
Es muy agradable
recibir el agradecimiento de otras personas, porque eso quiere decir que hemos
hecho algo importante para ellas, que nuestra actitud, nuestro relacionamiento
humano, tiene para ellas un significado especial.
Pero, es hermoso
poder agradecer, reconocer lo que otros hacen por uno, cuánto valen otras
personas, y lo que significan en la vida de uno.
Tener clara
consciencia de que estamos viviendo también con ellas y ¡gracias a ellas!.
En el intercambio de
agradecimientos, de agradecimientos que surgen de lo profundo, --no por mera
cortesía o buenos modales— hay un calor humano muy especial, hay un perfume a
dignidad, a respeto, y a la vez a cariño entrañable, a una amistad hermosa.
Nunca dejemos de ser
agradecidos, y especialmente de darnos cuenta de cuántos motivos y a cuántas
personas debemos decirles “¡gracias!”
enigma
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