En qué medida hacemos cada día, que ese tiempo de vida del cual disponemos, valga la pena ser vivido. No pensando meramente en nosotros, sino en nosotros con los otros, insertos en el mundo, en una sociedad, en un país, en una ciudad, en un barrio, en un lugar de estudio o de trabajo, en un lugar de gimnasia o esparcimiento, con la familia, con los amigos/as.
Y llegados a este punto, se me ocurre que el mayor desafío que tenemos es crecer, en nuestro desarrollo de la inteligencia, en nuestro talento, en nuestras cualidades personales, en nuestras vocaciones, gustos, y crecer en amor.
El amor es como la levadura del crecimiento de nuestro ser.
Sin amor no somos nada, pero amando a la familia, a los amigos, al ser que llena nuestro corazón, derramando amor, comprensión, perdón, simpatía, cariño, afecto, compañerismo, comuniacación, con quienes nos rodean cada día, con quienes están cerca y con quienes están lejos, así es como verdaderamente podemos crecer en estatura humana.
Evoquemos a nuestros padres, o a grandes mujeres y hombres de nuestros países, filósofos, escritores, poetas, artistas, científicos, héroes civiles o militares, descubramos por qué y cómo fueron grandes. Y de ahí, extraigamos la esencia, el ADN de la grandeza humana, para integrarlo en la medida de lo posible, a nuestro propio y modesto ADN.
Para de alguna manera, emular, o reflejar en nosotros, algo de la grandeza que descubrimos en ellos y ellas.
Es --si se quiere-- una fórmula para crecer, para ser mejores, para ser valorados por los demás.
Es una forma de podernos sentir auténtica y honradamente satisfechos de nosotros mismos.
¡Hay tanta pequeñez humana en el mundo! Hay tanto raquitismo intelectual y espiritual, ¡que a veces asusta!.
Cuesta comprender cómo personas que se han graduado en universidades, que por tanto están intelectualmente bien equipadas, sin embargo, puedan ser espiritualmente, o mentalmente tan minúsculas, tan enanas, tan paupérrimas.
Larga sería la lista de situaciones que uno conoce por propia experiencia, donde uno queda estupefacto ante la postura de ciertas personas, donde no hay explicación lógica para determinadas actitudes.
Claro que todo eso, visto y considerado, más nos tiene que impulsar a ser mejores, a crecer, a no confundirnos ni hundirnos en ese lodazal de actitudes y vidas equivocadas.
Crecer nos permite respirar libremente, por sobre las aguas de la mediocridad.
Podemos enfrentar las tormentas de la vida, si unimos nuestras manos y nuestros corazones, si somos solidarios, si tenenos compasión.
Sí amigas y amigos. Aprovechemos bien el tiempo. El tiempo de este nuevo año que se ha abierto delante nuestro. ¡Crezcamos!
Lo deseo sinceramente, para cada una y cada uno de ustedes.
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