Tuesday, February 24, 2015

EL VALOR DE SER BUENO

Ser bueno, ser tierno y no de corazón insensible y endurecido; ser paciente, apostar a lo mejor en el otro o la otra, creer de buena fe en quien dice ser amigo/a, es lo propio de ser una persona honesta y de bien.

Lamentablemente, son valores que no todos tienen, o no todos aprecian. Por el contrario, tienen un sentido utilitario del prójimo. Se le usa, se sirve de él, pero luego, como que ese prójimo no existe.

Entonces, el silencio, la burla, las excusas, la sinzarón, en último término, la negación de los auténticos valores humanos, pasan a ser la realidad.

Y uno puede quedarse pensando: ¿valió la pena ser sincero, honesto, bueno, tierno?, ¿valió la pena creer en lo que se nos decía y proclamaba?.

Y la primera contestación que nos puede asaltar --y con más que justificada razón-- sería "no, no valió la pena, se ha jugado con uno, se nos ha engañado, mentido vilmente".

Pero luego nos damos cuenta que podemos sentirnos legítimamente orgullosos de nuestros valores y de nuestro proceder decente. Y que todo eso negativo, insano, des-humanizante, denigrante, se vuelve como un verdadero "boomerang" contra la persona que así procede.

Es esa persona la que se denigra a sí misma. Es esa persona la que pierde en la consideración y el valor que otros le pueden otorgar. Es esa persona, la que jamás será recomendada para nada. La que no merecerá más atención de ningún tipo. En otras palabras, como se dice vulgarmente "se ha cavado su propia fosa". 

De modo que lo importante es tener el pensamiento limpio y la conciencia tranquila. Quien procede correctamente, quien es responsable ante el Ser en Sí de cuanto ha podido decir y hacer, sabe que puede rendir cuentas de sus auténticos sentimientos, y que no ha mentido en ninguno de ellos.

Lo demás, ya no es asunto de uno. Queda en la órbita de quien ha procedido mal. 

Son lecciones que nos da la vida. 

Por eso mismo, valoro mucho más a quienes integran la lista de mis verdaderas y auténticas amistades. Aquellas amigas y amigos que no se olvidan de mi. Que me quieren bien. Que valoran la amistad que tenemos, que si les visito me reciben de brazos abiertos, y con quienes puedo compartir momentos muy felices. 

Eso hace a lo bueno de la vida. 

Para todos esos amigos y todas esas amigas, mi gratitud eterna. Ellos y ellas componen también una razón mía para seguir siendo.

Pronto emprenderé un viaje donde me voy a encontrar con amigas y amigos, y desde ya, anticipo momentos hermosos con cada una y cada uno de ellos. 

 
enigma
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