El Diccionario de la Real Academia Española define al miedo de la siguiente forma: (s/v): " (Del latín metus) Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Recelo o aprensión que uno tiene de que le suceda una cosa contraria a lo que desea.
Hay miedos lógicos y miedos irracionales.
Un miedo o temor lógico, es que si estoy en medio de una balacera, me puedan matar.
Un miedo lógico es a ser robado, asaltado, secuestrado o muerto, en un país donde haya alta criminalidad y escasa o casi ninguna protección que ampare la seguridad de las personas.
Hay miedos que son instigados por la educación familiar o una cultura, como el miedo a que a uno lo muerda un perro, o el miedo a la oscuridad.
Es interesante que en la definición, el Diccionario dice que se trata de una “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.”
Quisiera subrayar esta última posibilidad, la del miedo imaginario.
O sea alguien en una situación determinda, puede tomar o no una decisión, pero no la toma, no porque tenga elementos de juicio claros, precisos y ciertos, de que si toma la decisión puede ocurrir un daño, o algo catastrófico, sino simplemente por una aprensión totalmente imaginaria.
La persona llega a crearse artificialmente “escenarios” de situaciones y cosas que podrían ocurrir, a las que teme, y prefiere no tomar decisión ninguna antes que… ¿antes que qué?…que todo siga su curso normal, que no pase nada grave, que finalmene se den pasos que modifiquen una situación dada y se pase a otra, y punto.
Pero el miedo irracional, frena la capacidad de acción y decisión de ciertas personas. Las anula en su mismísimo uso de la razón bien fundada, y les inhibe finalmente de ser más a plenitud, simplemente por aquello de “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Pero eso no es vivir, sino vegetar. En el mejor de los casos es un conservadurismo que es antitético con el vivir. Es esencialmente, un absurdo.
Porque el vivir implica correr riesgos, tomar decisiones, no perder el sentido de aventura que significa la existencia misma, jugársela. Es aquello del poeta Mario Benedetti cuando dice: “no te pienses sin sangre”, o cuando con el mismo espíritu escribe “no te rindas”.
Rendirse ante el miedo irracional, que despierta o determina posturas anticipadas a lo desconocido, que por tal no puede presumirse vaya a ocurrir de una determinada manera y no de otra, es realmente la antítesis de vivir, es paralizante.
A eso realmente hay que tenerle miedo, al estancarse, al no arriesgar, al no apostar con fé en el futuro, a quedarse, a baldarse, a vegetar y aniquilarse.
¡Claro que hay decisones que no son fáciles! Pero si tenemos fé, si obramos con la confianza puesta en el Ser en Sí, y en el ser o seres que nos han de acompañar en nuestra decisión, no tenemos por qué tener miedo. Menos aún cuando en la decisión que tomemos no estaremos solos sino acompañados.
No hay que temer a mirarse a uno mismo tal cual es. A reconocer todas las virtudes que tenemos, y todos los defectos (que a veces no son tantos ni son tales) que podemos poseer. A reconocer que nos equivocamos, que somos falibles, pero también que somos frágiles, que tenemos sentimientos, que tenemos erotismo, que somos como somos, y aprender a amarnos a nosotros mismos y a aceptarnos, para a la vez ser capaces de aceptar más fácilmente a nuestro prójimo.
No reneguemos de nuestra capacidad de amar, ni de nuestros gustos y apetitos sexuales, porque así estamos hechos. Entendamos que al amor no se le pone brida, y al sexo responsable no hay por qué ponerle brete.
Que el qué dirán, y una cierta expresión cultural dentro de la cultura de toda la sociedad que es much más amplia, y ciertas costumbres, y aún documentos, no nos pueden forzar, someter, encadenar, a no ser quienes realmente somos, y a manifestarnos libremente tal cual somos.
El hecho de haber tomado ciertas decisiones y aceptado ciertas normas y una determinada situación en el pasado, no nos obliga y ata de por vida a no poderlas modificar.
Esencialmente es aquello de Shakespeare: “ser o no ser”. Y de eso se trata, de ser. De ser uno mismo, de ser más.
Sin miedos irracionales, con el coraje de vivir y querer vivir más y mejor.
De modo que hay que ¡echar fuera los miedos irracionales! Y disponerse a ser uno mismo/a.
Porque nuestro destino esencial como seres humanos es ser libres. Porque sólo siendo libres somos humanos de verdad, y vencemos la deshumanización que nos impone una sociedad falaz, castradora, e hipócrita.
enigma
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