Monday, January 17, 2011

MADURACIÓN REQUIEREN LAS COSAS

Ciertamente no se arranca una fruta de un árbol hasta que está en su tiempo adecuado. A nadie gusta comer una fruta no sazonada.

No se extrae una comida del horno hasta que está suficientemente cocida. Pues es indigesto comerla cruda.

Las cosas, requieren su tiempo de maduración.

Hay situaciones en la vida que reconocen un comienzo, un auge o apogeo, y luego una estabilización. El punto óptimo en que todo está en su lugar y adecuadamente.

El momento justo y oportuno para que ocurran sucesos que “se caen de maduros”. Que tienen que suceder, por fuerza de las circunstancias mismas.

El agricultor sabe cuándo es ese momento.

Nosotros tenemos que aprender del agricultor, a reconocer nuestros momentos, a no desecharlos o dejarlos perder. Tampoco a acelerarlos. Tiempo al tiempo para que todo salga bien.

Pero la indecisión, la espera innecesaria, hace que la comida salga del horno chamuscada, o quemada, o que el fruto que estaba maduro, se eche a perder.

Y entonces se estropea la oportunidad de saborear lo que habría sido un buen manjar, o un fruto a punto.

Es, claro está, una metáfora. Pero hay situaciones en la vida muy semejantes.

Hay sí un tiempo de maduración. Un tiempo en que todo se estabiliza y consolida, en que todo se hace indestructible, pero…puede perderse si no se actúa debidamente y a tiempo.

Después de todo, es una cuestión de sensibilidad y de captación de la realidad.

Si se deja pasar el momento óptimo, todo puede echarse a perder, y el esfuerzo de años, se puede injustamente diluir en un minuto, el minuto crucial en que cuando hubo que tomar la decisión, no se tomó.

Que cada quien piense en qué está, que espera, y si no es hora de irse aprontando para tomar una decisión importante, algo que por maduro, se cae de su propio peso.




enigma

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