Poco a poco, lentamente, se van afianzando en nosotros, al punto que se nos hacen imprescindibles.
Nos gusta estar con esas personas, nos agrada compartir momentos de camaradería, nos interesa de pronto tratar asuntos importantes, salir de compras, consultarles sobre cuestiones técnicas, o pedirles consejos sobre la compra o venta de una casa, o de un automóvil.
Y cuando ello ocurre, todo eso está impregnado de fragancia humana, está embebido de lo fundamental que tenemos los seres humanos: ser gregarios, ser sociales.
No se concibe al ser humano en soledad. Aislado de todos, de familia, de amigos, de compañeros.
El ser humano aislado y solo se des-humaniza.
El ser humano es tal en sociedad, en la medida que participa con otros.
Por eso, cuando alguien nos gana el corazón, debemos sentir gratitud por lo que nos sucede, y ciertamente valoramos a esa persona, por lo que ella es y representa en nuestra vida.
También, cuando alguien nos gana el corazón, estamos más dispuestos a perdonar, a pasar por alto, y a superar las equivocaciones, los errores, y los momentos malos de esa persona.
Como todo ser humano, puede tener sus días buenos y malos. Puede haber cosas que le generan desazón, un sentido de cierta desesperación, el no poder lograr ciertas metas, el afanarse hasta el cansancio en procura de un ideal que se le escapa de las manos como la arena, o como el agua.
Puede sentir frustración, puede ver un futuro nada hermoso, feliz ni promisorio.
Puede pensar que no es comprendida, y no tiene el apoyo y respaldo que necesita, de quien debería dárselo.
Puede, rodeada de mucha gente, sentirse más sola que nunca.
Y cuando ello ocurre, en general podemos deprimirnos, podemos sentirnos realmente mal, y quien está más cerca de su corazón, quizás sea el objeto de toda su furia y de todo su enojo. Simplemente porque con corazón abierto va a recibir esas andanadas de impotencia, y las va a asimilar, y las va a perdonar, y las va a superar, y las va a dejar atrás.
Eso ocurre cuando la persona a quien le suceden esas cosas, ha ganado nuestro corazón.
Tal vez a ninguna otra persona le toleraríamos ni la mitad de sus bravatas, de sus enojos, de sus desplantes. Pero a la persona que ha ganado nuestro corazón sí. ¿Por qué? por una razón muy simpl: porque la queremos mucho y bien.
Porque queremos lo mejor para esa persona. Porque procuramos entenderla en su situación humana concreta, sabemos disculparla, y le escuchamos, dialogamos, le alentamos, le aconsejamos, nos ocupamos de su preocupaciones y problemas.
¿Somos flojos?, ¿nos dejamos avasallar?, ¿permitimos que se nos falte el respeto?
Efectivamente esas cosas pueden ocurrir. Pero la persona que ha ganado nuestro corazón, está más allá de esas cosas. Ella misma es capaz de superarlas y dejarlas atrás.
Por sobre todo, la persona que ha ganado nuestro corazón sabe que puede contar con nosotros siempre, incondicionalmente. Y nosotros queremos contar con ella, también siempre, e incondicionalmente.
No sé qué les parece a ustedes. Pero yo lo veo y siento así.
Este tema se titula "Entre espinas y rosas", y tal vez en su mismo título, expresa las vivencias diferentes que podemos pasar cuando alguien nos gana el corazón.
enigma
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