Thursday, June 16, 2011

Mantener abiertos los canales de comunicación

Tanto en el plano de partidario, como de las discusiones internas dentro de casi cualquier organización, así como en el ámbito gremial, o en el de las relaciones internacionales entre países,
mantener abiertos los canales de comunicación, resulta una de las politicas más sagaces --a veces audaces-- e inteligentes que se pueden desarrollar.

Cuando surgen discrepancias, diferencias, y algunas a veces muy fuertes o enconadas, no obstante, mantener abiertos los canales de comunicación, son un paso básico e imprescindible para llegar a lograr un acuerdo.

El acuerdo puede que le dé la razón total a una de las partes, o --las más de las veces-- que sea un acuerdo transaccional, o sea, donde todos deben ceder algo, para lograr un objetivo primordial común.

Pero esto de mantener abiertos los canales de comunicación, se transforma en un objetivo en sí mismo, en una forma de proceder, de plantarse frente a los demás, y fundamentalmente de vincularse y vehicularse.

Ya sea en ámbitos plurales, como los señalados al inicio, o más personales o íntimos, como la relación en la familia, o en una pareja, mantener abiertos los canales de comunicación, termina por ser la herramienta eficaz que permite seguir adelante juntos en el empeño por un logro superior.

Ahora bien, estoy hablando de comunicación, donde hay un emisor y un receptor, que interactúan alternadamente, intercambiando mensajes que se codifican y decodifican.

En otras palabras, me refiero a que parto de la base de que hay interlocutores válidos. Personas, organizaciones o instituciones dispuestas al diálogo y a un diálogo constructivo, respetuoso, que busca por sobre todo, la comprensión y el entendimiento.

El problema realmente se presenta, y a veces con facetas agudas y muy dolorosas, cuando los canales de comunicación están cerrados, cuando la comunicación no es posible. Cuando hay un emisor que tiene un mensaje, pero no hay un receptor dispuesto a serlo, o sea, a recibir el mensaje enviado y a emitir su feed-back, su contestación, su respuesta.

Entonces el emisor vé que su mensaje se pierde en la nada. La otra parte no contesta, o bien contesta aparentemente en forma afirmativa, como cediendo al mensaje emitido, pero luego, hace todo lo contrario o finalmente caso omiso al mensaje que recibió. Como si no lo hubiera recibido, lo cual en los hechos significa que el canal de comunicación se ha cerrado, y sigue cerrado, porque no hay voluntad, o interés de abrirlo.

Llegada a una instancia como esa, poco es lo que queda por hacer, si el intento de comunicación se ha reiterado hasta el hartazgo, pero con resultados magros o nulos. Hay que atenerse a los hechos tal cual son, aunque provoquen profundo desagrado.

La comunicación en tal caso, no es posible.

Pero entre organizaciones, países, gobernantes, dirigentes al título que sean, entre familiares, entre parejas, mantener los canales de comunicación abiertos, es una actitud sumamente inteligente y creativa, siempre, aún en las mayores discrepancias de criterios.

Caso contrario, se produce un factor más de des-humanización.



enigma

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