Muchos años atrás, mis padres recordaban de su niñez, cuando en tiempo de carnaval, como el que actualmente se vive en Montevideo, una troupe dirigida por un inmigrante italiano, llamado Salvatore Granata, cantaba una tarantella que en una parte de su letra decía: "Montevideo qué lindo te veo, con tu cerro y la fortaleza".
La troupe laudaba a aquella ciudad sencilla, donde trabajadores hijos e hijas de inmigrantes italianos y españoles, forjaban la riqueza del país, en una sociedad impregnada por el sentido de juticia social que le había dado quien fuera la figura más prominente de su historia política y social: don José Batlle y Ordóñez.
Muchos años después, durante mi niñez, una orquesta típica, la de Romeo Gavioli, puso en boga una canción. Su letra decía entre otras cosas: "Montevideo, bella tacita del Plata, bajo tu cielo de estrellas se vive y se sueña y todo es amor."
Hoy, aquel Montevideo "lindo" al que le cantaba la troupe, ya no es digno de mostrar al turista.
Hoy, aquella "tacita del Plata" está sucia...muy sucia.
Montevideo es una ciudad en la que hay que caminar con la cabeza baja, mirando la vereda. Porque por doquier abundan las baldosas rotas, y no accidentalmente, sino por la acción deliberada de algunos antisociales. Y también por doquier abundan los excrementos de los perros, y no es nada deseable que se nos adhieran a los zapatos!
Los propietarios de esos perros, los sacan al diario paseo, pero no cumplen la norma municipál de llevar una bolsita y recoger lo que sus animales defecan. Sí, yo sé que no es una tarea nada grata, pero...es el precio a tener el animal.
Pero el montevideano es absolutamente desaprensivo. No ama su ciudad, no la quiere linda ni limpia. Se acostumbra a la mugre y a andar en la mugre. Y contribuye haciéndola todos los días. No piensa ni siente que le miran y juzgan. Que el turista --salvo los mochileros-- no está para soportar todo eso.
Es la colilla de cigarrillo arrojada desde un balcón a la calle. Es la bolsa de nilón que envolvía lo que se come, es la caja que traía un jugo, y que se tira en cualquier lado, sin buscar dónde arrojarla adecuadamente, porque tampoco la autoridad municipal provee recipientes donde arrojar la basura. Y porque los recolectores de desperdicios brillan por su ausencia.
Y porque esta es una ciudad, donde en la época de la troupe, y de Romeo Gavioli, sí habían barrenderos, y camiones mecánicos que barrían las calles. Pero eso no se ve más, no existe, y al parecer nadie se ha preocupado de adquirirlos.
Porque las volquetas --a imitación de la pulcrísima y limpia Barcelona-- en Montevideo son objeto de quemas, cuando no de otros actos de vandalismo, y son la fuente en que abrevan los hurgadores, --otra especie inexistente cuando se cantaban loas a la ciudad. Entre tanto, los caballos de los carritos de los hurgadores,tambien defecan por la ciudad, dejando mal olor, y suciedad en la calle que nadie limpia. Pero, ¡a no preocuparse! los hurgadores están sindicalizados.
Andaba hoy por una avenida en estado tan calamitoso, que podría calificarse con propiedad de tugurio. Y de pronto me encuentro con un local sede del "sindicato de tortafriteros". Así como suena. O sea, los vendedores de tortas fritas, un tradicional bocadillo uruguayo.
No está demás aclarar que la "industria" más próspera de los montevideanos son el paro y la huelga, ahora con el agregado de ocupación de los locales de trabajo. En ningún país del mundo puede concebirse que la banca oficial detenga el clearing por 20 días....Pero en este país actual, sí, y nadie es sancionado, ni pierde su empleo por eso.
Y así va.... Como me referían de una inversión china, para un planta de armado de automóviles, que se suponía --de acuerdo a estudio de sus inversores-- que debía ser capaz de armar 80 vehículos por mes. Como la planta llegaba a armar nada más que 30, los inversores decidieron irse a otra parte...
Vuelvo a Montevideo, donde los monumentos públicos lucen todos con graffitti, con leyendas irreproducibles, o con dibujos de igual índole. Y no hay pared privada o de edificio público que se salve, de signos extraños, o de obscenidades referidas preferentemente a temas futboleros.
El lenguaje de los niños es escandaloso y sorprende la coprolalia que con gran desparpajo, cualquier infante de 6 años en adelante, espeta públicamente, así hayan personas mayores, o mujeres presentes.
Pero es el lenguaje de la casa, de la nueva generación de padres y madres que no saben y nunca supieron ni sabrán ser tales.
Y las mujeres mismas, repugnan a veces con su boca sucia.
Regresando de Buenos Aires, tuve que soportar durante casi una hora, a una fulana que dos por tres expetaba un epíteto grosero, sin respetar a nadie en el autobús, y a plena voz, mientras enteraba a todos de lo que hablaba por su teléfono móvil. Era sin duda un apersona amargada, resentida, pero...eso no da pie a ser grosera y a hablar como la más ordinaria de las personas. Y era mujer...
El descenso tremendo de valores que permearon otrora a una sociedad que lucía legítimamente como europea, avanzada, culta, hacen que Montevideo hoy sea un rejunte de toda clase de gente, sin sentido de patria, de honor, de respeto por los demás, por las normas de convivencia, etc.
Se ve a cada paso.
Viajar en autobuses implica soportar el gusto del conductor en cuanto a preferencias musicales, teniendo obligatoriamente que escuchar su elección, por todos los parlantes distribuidos en el vehículo. Cuando no, si el vehículo está en silencio --como debería ser-- aparece algún joven desaprensivo que no usa auriculares, y en su aparatito manual, elige su música en MP3, o su radio favorita, y se la hace escuchar a varios a la redonda.
O, no se respeta ya ni siquiera la vieja y tradicional prohibición de fumar abordo. Y los responsables de la unidad de transporte de pasajeros, no imponen su autoridad ni dicen nada. Simplemente miran para otro lado... Y ud. que viaja, aguanta el humo, las palabrotas, la música estentórea, o lo que sea...
Y alguien dirá: pero la rambla es otra cosa..¿Si? Pues no creo que a los turistas les agrade ver una rambla --la zona costera a la faja de playas que tiene Montevideo, lujo de la naturaleza-- en que los muros de la misma no están limpios, sino enchatrados con graffiti de todo tipo y calaña.
¿Ciudad para mostrar, para visitar, para disfrutar? Realmente no. Vergüenza les debiera dar a sus habitantes, la mugre en la que viven. Vergüenza les debiera dar pretender tener turismo, y recibir tan horrorosamente mal a quien les visita.
Tal vez necesitaran masivamente trasladarse a otros lugares del mundo para ver cómo se cuidan los monumentos públicos, cómo se restauran cada año los edificios históricos, cómo se limpia de madrugada una ciudad, para que comprendieran que arrojar una colilla de cigarrillo al suello, es casi un pecado. Deberían ir a Suiza, o a Holanda, para aprender un poco. Y para imitar, pero lo bueno.
En fin. Triste, muy triste, ver una ciudad decadente, y una sociedad decadente.
Montevideo no tiene nada para apelar a visitarla ni a quedarse, y todo para echarlo a uno, y para desear irse.
Mientras tanto, la droga hace estragos en la juventud, y acrecienta el nivel real de peligrosidad criminal en niños y jóvenes, que manejan cuasi-inconscientemente revólveres, con los que amenazan y generan víctimas fatales.
Y el país registra dos vergonzosos records: ser el primero en América Latina con mayor consumo de cocaína por parte de jóvenes menores de 17 años, y el hecho de que 8 de cada diez jóvenes no estudian ni trabajan. Y el gobierno va a premiar esa holgazanería, dándoles a esos jóvenes mil pesos por mes (aproximadamente unos 50 dólares)...¿para qué?. Pues muy probablemente para que compren marihuana --cuyo uso se quiere liberar, una contribución más a la drogadicción con aval oficial-- o pasta base, y sigan atorrando.
En medio de todo ese deplorable cuadro de esta ciudad capital, ¿queda algo rescatable?, sí, pero a vía excepcional.
El clima nunca extremo, las playas, el candombe, el mate, una buena parrillada, y algunas personas, gente excelente, gente de calidad, gente honesta, trabajadora, dedicada, que mantiene valores heredados y que constituyen una excepción y son cada vez menos-- que buscan por todos los medios posibles, preservarse de la barbarie anárquica que reina por doquier.
enigma
Me asombra que sea una situación tan deplorable "mi viejo Montevideo". Yo lo recuerdo, con una gente maravillosa:educada, culta, solidaria y una juventud estudiosa y con hambre de conocimientos. La ciudad estaba limpia, y los árboles, por miles, parecian jardines inmensos. Si que habia necesidades económicas, y los jóvenes protestabamos, pero habia respeto y orgullo pátrio y dignidad. Eran los años SESENTA.
ReplyDeleteSí, en los sesenta era asi. Y aún cuando yo dejé de vivir en Montevideo en 1989, era otra sociedad, otro nivel, otra cosa.. Ahora --desde mi punto de vista-- es deplorable por donde se le mire. Pero no es sólo Montevideo, todo el país está en estado calamitoso. Muy triste para los que querríamos un Uruguay del cual sentirnos orgullosos, como otrora.
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