Adentro, soledad y silencio.
No hay una voz que me diga:" ¡hola! ya llegaste, ¿cómo te fue hoy en el trabajo?"
Nada. Como la sequedad en el desierto. Como una espera con incertidumbre.
Nada. El silencio más abyecto y atroz se cierne sobre mi, como una niebla oscura y espesa.
Es la niebla del alma. Un alma por ahora solitaria.
Mis amigos, mis buenos, fieles, queridísimos amigos, están lejos geográficamente. Dos están en Florida, otro está en Utah, y apenas dos viven aquí en Virginia, y otro par en Maryland.
Los demás están desparramados por el mundo, por Italia, por España, por México, por Brasil, por Argentina, y fundamentalmente en mi nativo Uruguay.
Es duro, muy duro quedar solo. Y en esa soledad, quedar además sin amigos.
Surgen algunos nuevos. Hay personas que enteradas de mi situación, me están animando, me están rodeando, se están preocupando por mi. Son como nuevas flores que se han abierto en el jardín de la amistad. Y eso, ustedes lo saben, lo valoro enormemente.
Entretanto, hoy, este lunes 29 de marzo, me consume una impotencia que se transforma en rabia. La impotencia de no poder hacer nada a nivel personal para denunciar fuertemente la mentira, la hipocresía, la manipulación de la opinión pública, el ocultamiento de una verdad terrible: nos está cayendo una lluvia de partículas radioactivas producto del desastre nuclear japonés.
Y lo peor aún está por venir.
Hubo un mundo antes y uno despúes del terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011. Porque eso desató al jinete apocalíptico de la muerte que ahora, invisible pero letal, cabalga libre por el mundo.
Es increíble, es como un gigantesco sarcasmo, cuando el mayor problema mundial, cuando la razón fundamental ante la cual las potencias del orbe deberían acudir juntas a aunar esfuerzos, dinero y talentos, para resolver el problema de la contaminación nuclear, para de alguna forma cubrir rápidamente a esos reactores y evitar una catástrofe planetaria total y por cientos o miles de años, sólo se les ocurre reunirse para trazar planes militares y hacer de Libia el objetivo hacia el cual conjuntar sus fuerzas y capacidades. Como si Libia fuese una amenaza para todo el mundo.
El problema de los libios y entre los libios, es una gran máscara sucia por falsa e hipócrita, para distraer a las masas y no declararles la verdad. La contaminación nuclear avanza a pasos agigantados. Cada día será peor, y lo más tremendo aún no ocurrió pero potencialmente puede ocurrir en cualquier momento.
Estamos condenados a morir de algún tipo de cáncer, porque las partículas radioactivas en niveles que no hemos soportado antes, nos rodean, las respiramos, se precipitan a tierra con las lluvias, rocían las plantas que luego habremos de comer, las pasturas de que se nutren los vacunos cuya leche luego tomaremos.
Ya los mismos diarios lo proclaman, la radioactividad ha aumentado en todo Estados Unidos, de costa a costa.
Entonces salen por TV los tranquilizadores de masas, a decir “los niveles son mínimos, no ponen en riesgo la vida humana”. Sí, un riesgo inmediato, notoriamente registrable y visible, no. Pero ¿un riesgo a 5 años?, ¿por qué no lo dicen? Porque el pánico cundiría en el mundo, porque la gente se levantaría indignada de su modorra, y reclamaría de la pervertida clase política la responsabilidad que le cabe, no sólo por mentir, por ocultar, sino por venderse a las grandes empresas, a los consorcios, que compran conciencias para obtener fabulosas ganancias.
No hay país que esté exento de esa deplorable corrupción.
Pero nosotros, simples habitantes de este planeta, soportamos día a día las consecuencias.
Al menos, tomemos conciencia de cómo se nos escamotea la verdad, de cómo se nos miente, de cómo se disimulan los graves peligros, de cómo se nos quiere mantener calmos, de cómo el maldito petróleo y las petroleras, son más importantes que la salud y la vida de millones de millones de seres humanos.
Y finalmente, lo primero de todo: el amor. El amor hasta para terminar muriendo juntos pero abrazados.
El amor vivido a distancia, el amor vivido por la internet, el amor alimentado por el sueño de encuentros fugaces, pero amor sincero, profundo, intenso, transparente, ¡al fin!
Amor que es delicioso romance, y a la vez fuerte pasión. Amor que es la angustia de no poder concretarlo ya, y la esperanza de concretarlo dentro de no mucho tiempo.
Amor sí que muchos dirán “es inconveniente”, o “es complicado”, pero amor al fin.
Un amor que me ha sostenido en medio de mi soledad. Un amor que me alienta a vivir cada día, un amor que alimenta mis sueños y anhelos de un mañana acompañado, ya no más en soledad. Un amor generosamente derramado por una mujer pequeña en estatura, pero grande en humanidad.
Una mujer sensible, intelectual, trabajadora, poeta también, de carácter variable sí, pero, ¿quién es perfecto, siendo humano?, una mujer en fin, que ha conquistado a pleno derecho mi corazón.
Y lo ha conquistado porque ella me quiere intensamente, profundamente, auténticamente. Por eso lo ha conquistado. Porque sabe ser compañera, porque es digna, seria, respetable, honrada, noble, generosa, solidaria. Y si todo eso fuera poco, para mi, también es bella.
Y alguien me dirá…”pero situación complicada, difícil, búscate otra…”. Como si dejar de amar fuese tan automático como la llave de la luz, como si los sentimientos fuertemente arraigados en uno se pudieran aniquilar de un día para otro. Como si en vez de disfrutar la hermosura del amor, sólo se tratara de buscar lo fácil, lo más posible, o lo conveniente.
El amor no se planifica, no es una fórmula matemática, el amor es, el amor surge espontáneamente, emerge, se da, y se hace potente con el tiempo y el entendimiento, hasta que se llega al punto óptimo en que dos seres que se aman ya no resisten más estar separados.
El amor lleva con fuerza impetuosa, a que dos terminen siendo sólo uno.
¡Viva el amor, por siempre, y vivan los enamorados! ¡Viva la vida!
enigma
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